Sin nombre









Laura Tomás Navarro













No todo asume un nombre.
Algunas cosas van más allá de las palabras.
Alexander Solzhenitsyn.
 Escritor y premio Nóbel ruso. (Rusia, 1918-2008)




















En una fría noche de otoño, Christin salió a escondidas del palacio en el que vivía junto a su padre, sir Héctor, rey de Zimbry y su hermano elpríncipe John. Christin era una joven de dieciocho años, con el pelo negro, liso y largo hasta la cintura, los ojos azules y muy expresivos. Era de complexión menuda, inteligente y cariñosa, pero también muy valiente y guerrera.
Esa noche se vistió con las ropas de una de las cocineras de su palacio para ir al encuentro de su prometido. Kadan era un hijo de noble, muy refinado, de baja estatura,moreno, con el pelo largo, marrón y rizado por los hombros, aunque normalmente recogido en una coleta y con los ojos negros que dejaban ver un brillo de maldad. Pero aun con ese brillo de maldad sir Héctor iba a obligarla a casarse con él.
Christin o tenía muy claro si de verdad quería casarse con él. Le tenía un poco de cariño, ya que se conocían desde que eran niños, pero también laintimidaba un poco, con sus ojos negros, en los que no se distinguía la pupila del iris.
Salir del palacio no le costó mucho, pero estuvieron a punto de pillarla. Cuando iba camino de su cita con Kadan, por un camino en el bosque, flanqueado por altos robles y olmos y el suelo todo cubierto de verde, excepto el camino por el que ella iba.
Pasó por delante de un claro donde se asentaban algunos de lossoldados de Zindra, el país vecino, con el cual Zimbry estaba en guerra. Los centinelas del campamento la divisaron y se acercaron sigilosamente a ella.
-¡Eh! ¡Tu!- gritaron cuando ya estaban muy cerca de ella.
Christin, que no los había oído acercarse, se asustó y echó a correr. Los centinelas fueron tras ella
-Tu por la derecha, yo por la izquierda- dijo una de ellos.
Los centinelas echaron acorrer detrás de Christin, iban muy cerca de ella cuando se tropezó con un árbol caído y rodó por el terraplén, se levantó y siguió corriendo hasta que sus fuerzas le fallaron y todo se volvió negro.


Despertó desorientada, un la semioscuridad, de lo que parecía ser una tienda bastante grande, con una tela que la dividía por la mitad. En una de las esquinas de la habitación había una pequeñavela crepitando que le daba un toque misterioso y siniestro a la tienda. En una de las paredes había una espacie de cama que casi ocupaba toda la habitación, en otra de las esquinas estaba ella sentada. Mientras observaba la pequeña estancia sintió una mirada sobre ella, alguien la estaba mirando muy intensamente. Sintió la adrenalina del miedo correr por sus venas y haciendo acopio de valor volvióla vista hacia aquella mirada. Quedó cara a cara con un par de ojos marrones que la miraban con mucha intensidad, pero también con curiosidad.
-Por fin despiertas…-dijo el hombre.
-¿Quién eres?, ¿que hago aquí?-pregunto alterada Christin.
-Soy el León-contestó-¿y tu?, ¿quién eres?
Pero Christin no pudo contestar, se había quedado observando a aquel hombre que se hacía llamar el León. Teníaunos inquietantes ojos marrones, pero que no escondían maldad alguna, enmarcados por unas largas pestañas. Tenía las cejas espesas y el pelo rubio, corto y rebelde. En su barbilla se asomaba una pequeña barba de unos cuantos días. Llevaba unos pantalones largos y amplios con una goma en los tobillos y el torso cubierto por una fina camisa blanca encima de la cual habían dos tiras de cuero que secruzaban, de las cuales había colgados varios puñales y navajas.
-¿Quién eres?- insistió el León.
-No…no te lo voy a decir
-¿Por qué?
-Porque si te lo digo me matarás-le respondió Christin.
-¿Y que te hace pensar que no te mataré ahora mismo?
Christin se quedó paralizada. No sabía que contestar a eso, estaba demasiado asustada para contestar. El corazón le latía a mil por hora.
-¿Te vas a...