Sin titulo
3.1. ¿Qué son los valores?
3.1.2. Valores universales
Unidad 3. Valores y proyecto de vida
Ni derechos, ni humanos
Eduardo Galeano1 Abstract El presente artículo fue leído en Neuquén, Argentina, cuando Eduardo Galeano recibió el doctorado honoris causa de la Universidad del Comahue por su contribución a los derechos humanos y a la identidad cultural. Constituye unacrítica a la supuesta solidez de la Declaración Universal de los Derechos Humanos y las pocas garantías que los países ofrecen a sus ciudadanos, a razón de los acuerdos realizados entre grandes empresas multinacionales que advierten como prioridad no el respeto a la libertad y bienestar del individuo, sino la ganancia económica.
Si la maquinaria militar no mata, se oxida. El presidente del planetaanda paseando el dedo por los mapas, a ver sobre qué país caerán las próximas bombas. Ha sido un éxito la guerra de Afganistán, que castigó a los castigados y mató a los muertos; y ya se necesitan enemigos nuevos. Pero nada tienen de nuevo las banderas: la voluntad de Dios, la amenaza terrorista y los derechos humanos. Tengo la impresión de que George W. Bush no es exactamente el tipo de traductorque Dios elegiría, si tuviera algo que decirnos; y el peligro terrorista resulta cada vez menos convincente como coartada del terrorismo militar. ¿Y los derechos humanos? ¿Seguirán siendo pretextos útiles para quienes los hacen puré?
1 GALEANO, Eduardo (2002). Ni derechos, ni humanos. Revista Mensual de Economía, Sociedad y Cultura - ISSN 1605-5519 -. En: http://www.rcci.net/globalizacion/2002/fg253.htm
Educación Superior Abierta y a Distancia • Primer Cuatrimestre
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Desarrollo humano
3.1. ¿Qué son los valores?
3.1.2. Valores universales
Unidad 3. Valores y proyecto de vida
Hace más de medio siglo que las Naciones Unidas aprobaron la Declaración Universal de los Derechos Humanos, y no hay documento internacional más citado y elogiado. No es por criticar, pero a estaaltura me parece evidente que a la Declaración le falta mucho más que lo que tiene. Por ejemplo, allí no figura el más elemental de los derechos, el derecho a respirar, que se ha hecho impracticable en este mundo donde los pájaros tosen. Ni figura el derecho a caminar, que ya ha pasado a la categoría de hazaña ahora que sólo quedan dos clases de peatones, los rápidos y los muertos. Y tampoco figurael derecho a la indignación, que es lo menos que la dignidad humana puede exigir cuando se la condena a ser indigna, ni el derecho a luchar por otro mundo posible cuando se ha hecho imposible el mundo tal cual es. En los treinta artículos de la Declaración, la palabra libertad es la que más se repite. La libertad de trabajar, ganar un salario justo y fundar sindicatos, pongamos por caso, estágarantizada en el artículo 23. Pero son cada vez más los trabajadores que no tienen, hoy por hoy, ni siquiera la libertad de elegir la salsa con la que serán comidos. Los empleos duran menos que un suspiro, y el miedo obliga a callar y obedecer: salarios más bajos, horarios más largos, y a olvidarse de las vacaciones pagas, la jubilación y la asistencia social y demás derechos que todos tenemos,según aseguran los artículos 22, 24 y 25. Las instituciones financieras internacionales, las Chicas Superpoderosas del mundo contemporáneo, imponen la “flexibilidad laboral”, eufemismo que designa el entierro de dos siglos de conquistas obreras. Y las grandes empresas multinacionales exigen acuerdos “union free”, libres de sindicatos, en los países que entre sí compiten ofreciendo mano de obra mássumisa y barata. “Nadie será sometido a esclavitud ni a servidumbre en cualquier forma”, advierte el artículo 4. Menos mal. No figura en la lista el derecho humano a disfrutar de los bienes naturales, tierra, agua, aire, y a defenderlos ante cualquier amenaza. Tampoco figura el suicida derecho al exterminio de la naturaleza, que por cierto ejercitan, y con entusiasmo, los países que se han...
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