Sinfonias tercera y novena de Schubert
Franz Schubert contuvo el ímpetu del Romanticismo. La bohemia, armazón de su talento, define un melos que dilata la amplitud del texto, divorciándolo afablemente de la sobriedad formal imperante. F.S. trata en especial a la madera, sugiriendo sutiles sonidos evocadores de la naturaleza. El maestro escribió nueve sinfonías –dejando escritosapasionados bosquejos de la 10ª, incompleta por fuerza mayor- y compuso profusamente para el piano. Cruzado el mesetario estilo de sus primeras sinfonías, propias de un compositor absorto en las formas de Haydn y de su querido Mozart; Schubert, coherente con una demanda renovada y eco del gusto de la emergente sociedad industrial, compone las dos últimas sinfonías -8ª, 9ª y apuntes mencionados-descollante de un espíritu romántico que, a empellones, se hace lugar estando cercado entre las trabas -los cánones- clasicistas. Apunta maneras de su admirado Beethoven –el monolítico capitel sonoro de Blas de Otero- distinguiéndose de los maestros mencionados al explayar el texto fundando una divisa que perdura en Bruckner y Mahler: los últimos suspiros del romanticismo. Escuchar dos sinfonías, 3ª y9ª, tan alejadas en su opus –catalogado minuciosamente por el musicólogo vienés Otto E. Deutsch, de ahí la abreviatura con la inicial “D”- como distantes en la breve vida del compositor, supone un despliegue cartográfico de su vida. La 3ª sinfonía, cuyos primeros 47 compases escribió el día 24 de mayo de 1815, concluyendo el resto de la obra entre el 12 y el 19 de julio del mismo año, obedece alos mismos criterios orquestales que la 2ª sinfonía. Al igual que la 1ª, está compuesta en la tonalidad de re mayor. Como en las dos sinfonías precedentes, la abre un solemne Adagio Maestoso en compás de 4/4: un bis a bis de la madera en el que el clarinete expone el tema A del Allegro con brío, pasando el testigo al oboe, que lo transforma en el B. Luminosas exposiciones gravitan sobre unurgente acompañamiento de corchea con puntillo y semicorchea, derrochando el vigor juvenil de un Schubert de 18 años. La cuerda es secundada por el viento en el siguiente Allegro en 2/4, de tempo más liviano que el adagio o andante esperados en la forma clásica de la sonata. En el tercer movimiento Minueto, en sol, distorsiona la acentuación natural en el compás de ¾: un alarde sintáctico consistenteen enfatizar los tiempos débiles creando una suerte de zapateo, con un trío, un länder popular, en que oboe y fagot cantan una graciosa melodía. El cuarto tiempo, Presto vivace, ofrece un profuso arpegiado; efervescente, como burbujeantes agujas de breves y frecuentes escalas in crescendo, repetición de cadencias simples y todo un género de efectos en ritmo de tarantela –el espirituoso 6/8- unabrisa mediterránea que recuerda a Rossini: el nuevo italianismo que estaba en boga en la emergente y petulante Viena de 1815: aire discordante con la tendencia conservadora, de la católica contención del canciller Metternich y el congreso restaurador del Antiguo Régimen que la ciudad acogía. Schubert escribe este movimiento en la tonalidad de subdominante, prescindiendo de la dominante tradicional.La bohemia del maestro se traduce en su forma de vivir al margen. Un romántico outsider que no renunció a su ingente capacidad creadora, aun privado de trabajo, como su labor siendo profesor en la Escuela Imperial de Coros, cargo del que sería desplazado o, por una tímida deferencia hacia su padre, ejerciendo como maestro hasta 1817. En años inmediatos fue profesor de las hijas del condeEsterhazy a cambio de posada y dos florines por lección: una pobreza pecuniaria bastante para la profusa producción de Schubert en la segunda década del siglo XIX.
Sinfonía nº 9 D 944 en do mayor “La Grande”
El último tercio de su vida, fue paso de la adolescencia musical a una madurez en la que Schubert se cotiza a la altura de Beethoven, destacando en la vanguardia romántica al innovar con...
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