sinsajo capitulo 27
En la sorprendida reacción que sigue, estoy consciente de unsonido. La risa de Snow. Un desagradable gorgoteo crepitante acompañado de unaerupción de sangre espumosa cuando la tos comienza. Lo veo doblarse haciaadelante, escupiendo su vida, hasta que sus guardias lo bloquean de mi vista.
Mientras los uniformes grises comienzan a converger en mi,pienso en lo queimplica mi breve futuro como la asesina del presidente dePanem. La interrogación, la probable tortura, la cierta ejecución pública.Teniendo, aun de nuevo, que decir mis palabras finales al pequeño montón degente que aun es querida en mi corazón. La prospectiva de enfrentar a mi madre,la cual estará ahora completamente sola en el mundo, lo decide.
“Buenas noches,” susurro al arco enmi mano y siento como sequeda tranquilo. Elevo mi brazo izquierdo y giro mi cuello hacia la abertura enla manga de mi camisa. En vez de eso mis dientes se hunden en carne. Elevo deun tirón mi cabeza confundida para encontrarme mirando en los ojos de Peeta, soloque ahora sostienen mi mirada. La sangre corre desde las marcas de mis dientesen la mano que él ha puesto sobre mi nightlock. “¡Déjameir!” le gruño,tratando de arrancar mi brazo de su agarre.
“No puedo,” él dice. Mientras me alejan de él, siento quetiran del bolsillo de mi manga, veo a la píldora violeta oscuro caer a latierra, veo al último regalo de Cinna ser apastado bajo la bota del guardia. Metransformo en un animal salvaje, pateando, arañando, mordiendo, haciendo lo quesea para liberarme de la red de manosmientras la multitud se empuja paraentrar. Los guardias me levantan sobre la refriega, donde continuo destruyendomientras soy transportada sobre la aglomeración de personas.
Comienzo a gritarpor Gale. No puedo encontrarlo en la multitud, pero el sabrá lo que quiero. Unbuen y limpio disparo para terminarlo todo. Solo que no hay ninguna flecha, ninguna bala. ¿Es posible que no pueda verme? No. Sobrenosotros, en lasgigantescas pantallas puestas alrededor del Circulo de la Ciudad, todos puedenver todo lo que esta montándose. Él ve, él sabe, pero no da el paso. Justo comoyo no lo hice cuando él fue capturado. Pobres excusas de cazadores y amigos. Ambos.
Estoy sola.
En la mansión, ellos me atan las manos y me ciegan. Soymedio arrastrada, medio llevada a través delargos pasajes, arriba y abajo deascensores, y depositada en un suelo alfombrado. Los grilletes son removidos yla puerta se cierra de golpe tras de mí. Cuando empujo la venda hacia arriba, me encuentro en mi vieja habitación en el centro de entrenamiento.
En la cual viví durante esos últimos preciosos días antes de mis primeros Juegos delHambre y el Quarter Quell. La cama vacía solo con elcolchón, las puertas delarmario abiertas, mostrando el vacio dentro, pero conocería esta habitación decualquier forma.
Es una lucha ponerme de pie y sacarme el traje de Sinsajo.Estoy gravemente herida y podría tener un dedo roto o dos, pero es mi piel laque ha pagado de peor forma por mi resistencia ante los guardias. La nueva cosarosada ha sido desgarrada como su fuera papel deseda y la sangre se filtra através de las células crecidas en laboratorio. Ningún médico aparece, sinembargo, y estoy demasiado lejos para que me importe, repto sobre la cámara,esperando sangrar hasta morir.
No tanta suerte. Para la noche, los coágulos de sangre, medejan rígida, adolorida y pegajosa, pero viva. Cojeo dentro de la ducha yprogramo el ciclo más suave que puedo recordar,libre de jabón y productos parael cabello, y me agacho bajo el tibio espray, los codos en mis rodillas, lacabeza en mis manos.
Mi nombre es KatnissEverdeen. ¿Por qué no estoy muerta? Debería estar muerta. Sería lo mejor paratodos si estuviera muerta…
Cuando salgo hacia la alfombra, el aire caliente cocina mipiel herida hasta secarla. No hay nada limpio para ponerme. Ni...
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