Sisi emperatriz, libro
Brigitte Hamann
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Título original: ELISABETH, KAISERIN WIDER WILLEM
© 1982 by Almathea Verlag, Viena-Múnich
© de la traducción española:
EDITORIAL JUVENTUD, S.A.
PROLOGO
Objeto de esta biografía es una mujer que se negaba a comportarse como correspondía a su rango. Con una considerable conciencia de sí misma buscó y alcanzó aquellameta que no había de ser formulada como «autorrealización» por el movimiento feminista hasta el siglo xx.
Elisabeth no interpretó ninguno de los papeles que por tradición y condición le correspondían: no fue la esposa amante y devota, ni una auténtica madre de familia, ni la primera figura representativa de un gigantesco imperio. Reclamó sus derechos como persona, y los impuso. Que esta«autorrealización» no condujese a su felicidad constituye la tragedia de su vida..., aparte las desgracias que su rebeldía desató en su seno familiar. Elisabeth, emperatriz de Austria y reina de Hungría y Bohemia (para mencionar aquí sólo sus títulos más destacados), era republicana en el fondo de su corazón, veía en la respetable monarquía «el esqueleto de pasadas grandezas» y una encina que había quecortar, por «haberse sobrevivido a sí misma». Fustigaba las aberraciones del sistema aristocrático y se burlaba de reyes y príncipes, como lo aprendiera de su admirado «maestro» Enrique Heine.
Elisabeth desconocía la «conciencia de clases» hasta tal extremo, que la persona de la emperatriz y reina acabó siendo un cuerpo extraño en la corte vienesa y, además, una provocación para los cortesanos quedesde siempre se atenían a determinadas reglas. Pero eso era precisamente lo que Elisabeth buscaba.
Por un lado, la emperatriz de Austria constituye una singularidad (incluso un caso único) por su simpatía hacia las ideas democráticas, y, por otro, hallamos precisamente en ella un ejemplo del poder de las ideas antimonárquicas de finales del siglo xix. Esas ideas ni siquiera se detenían ante lossoberanos, que ahora empezaban a dudar de la legitimidad de su (heredada y no adquirida) posición elitista. El comentario escrito el 18 de febrero de 1884 en su diario por el conde Alejandro de Hübner tiene su justificación: «La verdad es que ya nadie cree en los reyes, y yo no sé si ellos creen en sí mismos». Y la amiga poetisa de Elisabeth, «Carmen Sylva» (reina Elisabeth de Rumania), seexpresa de manera todavía más cruda: «La forma de gobierno republicana es la única racional. No comprendo cómo aún nos aguantan los insensatos pueblos».
Semejante punto de vista condujo a considerables conflictos sociales, porque la conciencia de su «individualidad» predisponía a muchos de los aristócratas infectados por las ideas modernas a perfilarse como uno entre tantos (sobre todo, dadas lasvirtudes burguesas del «rendimiento» y la «cultura»). Pero con harta frecuencia tenían que reconocer que no podían mantener esa competencia (al menos, no en la medida que hubiese correspondido a su origen elitista), que su valor como individuos no concordaba con la destacada posición en la sociedad y que, finalmente, de ellos no quedaría más que un título que no se habían ganado y una función cuyovalor no reconocían. Esta fue la tragedia de la emperatriz de Austria Elisabeth, y asimismo la de su hijo Rodolfo.
La vida de la emperatriz está llena de penosos y tenaces esfuerzos por perfilarse como persona. El primer —y más afortunado— intento fue el de ser bella. La legendaria hermosura de la emperatriz Elisabeth de Austria no era sólo un don de la naturaleza, sino también el resultado de unaférrea y constante autodisciplina, que llegaba hasta el martirio físico. De forma parecida surgió su fama de gran deportista —de primerísima cazadora a caballo de Europa durante los años setenta de su siglo—, fama que forzosamente tuvo que palidecer con el paso del tiempo, pese a toda la disciplina, como sucedió con la fama de su belleza. El renombre más duradero lo esperaba Elisabeth de la...
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