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Esta idea se ve refrendada por los numerosos estudios realizados para conocer las costumbres sexuales de las personas. Casi todas las encuestas que se ha publicado al respecto constatan que, aunquelas mujeres no se quedan cortas a la hora de mantener relaciones sexuales con personas que no son su pareja, las cifras que arrojan los hombres siempre están por encima de las que ellas comunican.Sucede lo mismo con el número de conquistas que se atribuye cada sexo en esas mismas encuestas y a la frecuencia de la practica del autoerotismo que unos y otras afirman mantener.El hecho que se suponeque los hombres poseen un potencial erótico muy superior al de las mujeres alimenta esta idea y permite que se asuma tal y como se formula sin hacer la menor crítica.

Algunos hechos ciertos puedenavalar esta idea. Por un lado está el conocimiento de que a los hombres le gusta la variedad. Aunque esto es algo que no les corresponde tan sólo a ellos; a las mujeres también les encanta la variación.Sólo que lo que gusta cambiar a unos y a otras es diferente.

El tipo de variedad que gusta a los hombres es el cambio de protagonistas. Por eso ven con buenos ojos los cambios de pareja, lo queincluye el cambio de la mujer. Es la razón que les induce a solicitar tríos (dos mujeres y un hombre; no al revés) con una frecuencia superior a la de las mujeres. A ellas, sin embargo, lo que lesgusta cambiar (sin hacer ascos a las personas) son las actividades sexuales propiamente dichas.

A ellas, les excitan los actos sexuales por sí mismos, por eso son capaces de excitarse contemplando unacópula entre chimpancés, por ejemplo; cosa que no le sucede a los hombres. A ellos les excita la novedad de la persona que protagoniza la actividad sexual, aunque todas ellas hagan lo mismo (es labase del éxito de la pornografía dirigida a los hombres).Todo ello ha cimentado la idea de que los hombres son más proclives a las relaciones extramatrimoniales que las mujeres.

Y sin embargo,...