Soberbia y con Orgullo
¿entenderé yo acaso de pescar con anzuelo mejor que nadie?...
Si nada ha picado, no es mía la culpa. Faltaban los peces...[1]
Si tan solo pudiese convertirme, por unos segundos, en el personaje creado por Goethe para tener la oportunidad de que Mefistófeles me haga su propuesta: “...verás con placer: mis artificios. Doite lo quetodavía no ha visto ningún mortal”[1], respondería sin vacilación alguna: “¡Sí!, acepto”. Quiero sobresalir, ostentar, elevarme por sobre los demás en dignidad...; quiero ser Fausto. ¿Está mal? Aparentemente eso me quieren hacer creer, eso nos quieren hacer creer. Vanagloria, jactancia, altanería, ambición, hipocresía, presunción, desobediencia y pertinacia son las malas palabras de la modernidad;mejor dicho, faltas que se desprenden de la “humillante” soberbia: “Dios abate a los soberbios y eleva a los humildes “[2].
No voy a discutir con la Santa Biblia, “el bestseller de todos los tiempos”, porque hoy en día sería un discurso fácil. Más aún, no es mi enemigo primordial. Ahora me atañe la Sociedad y la construcción de su nuevo verosímil: “la cultura de lo sano”. Una cultura que se definemás por las restricciones que por las libertades que le son inherentes a todo ser humano por la mera condición de su existencia. Donde todo lo que está relacionado con el placer pareciera arrastrar consigo una connotación negativa; se genera un sentido de culpa profundo en el interior del individuo que triunfa. Un sentimiento que lejos está de ser creado por el propio exitoso, sino que es el frutode las miradas incriminadoras y del aire celoso que exhalan aquellos que nunca nada tuvieron y que nunca nada tendrán.
Desde chica me enseñaron que ser feliz es el objetivo de todo ser humano. Que la felicidad es un estado sublime, un todo, un soplo de plenitud. Estoy segura de que es feliz aquel que no le teme a la muerte. ¿Por qué digo esto? Porque pienso que cuando llegue ese día la personamirará hacia atrás, sumergiéndose en su pasado, en sus recuerdos; y si de veras está contenta con lo que hizo en su vida, entonces, adiós a ese miedo porque ese individuo fue y es feliz. Aprovechó el tiempo, su vida, y eso basta para aceptar su muerte. Lo que quiero decir es que la felicidad en un hombre está íntimamente ligada a las metas que se propuso y logró concretar en el transcurso de suvida.
Por lo pronto me pregunto si es, verdaderamente, un defecto reconocer mis cualidades y virtudes; digo la verdad y me comprometo a actuar en consecuencia. El hombre yerra, siempre y cuando tenga metas por llevar a cabo. Por eso, puede que me equivoque, no lo creo, pero es una remota posibilidad. Lo importante, en todo caso, es que me propongo lograr objetivos, superarme día a día. Si en estetrayecto yo obtengo lo que quiero antes que tú, pues perdóname, mi estimado, pero no es culpa mía, sino más bien un fracaso de tu parte. Les voy a contar una anécdota que está íntimamente ligada con esto último. Cuando yo era chica siempre me iba muy bien en la escuela. Recuerdo un día en particular: tenía doce años y estaba esperando que la profesora de matemática entregara los exámenes. Como nopodía ser de otra manera, me saqué un diez. En medio de mi festejo, observé que mi compañero de banco se había sacado un tres. ¿Saben lo que me dijo el ignorante? “Podrías tener un poco de consideración, ¿no ves que estoy mal?” Me pongo a pensar: ¿debo tener cargo de conciencia por haber estudiado como una condenada, por ser mejor, por ser mas inteligente? No señores, no se dejen engañar. Aquí hayun solo responsable: el que no sabe y se saca un tres.
Cuando le conté la historia a mi amigo Nietzsche me dijo que había hecho lo correcto. Me habló de la compasión: “la considero en sí como debilidad, como caso particular de la incapacidad para resistir a los estímulos, a la compasión se la califica de virtud únicamente entre los decadentes”[3]. Para mi consuelo, finalmente, pude encontrar a...
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