Sobre el otoño de la edad media y el invierno de la posmodernidad

Sobre el otoño de la edad media y el invierno de la posmodernidad. Comentario a la obra El otoño de la Edad Media de Johan Huizinga

Introducción
Hablar de una época pretérita siempre entraña el riesgo de verla con un ojo demasiado contemporáneo; esto es, cargado de las propias significaciones e idealizaciones. Máxime cuando se trata de una con tantos paralelismos con la actual como es la queJohan Huizinga muestra en El otoño de la edad media. No obstante, aquí radica su principal atractivo: sabernos conectados en el tiempo con una sociedad hoy perdida que antes ha transitado nuestro sendero.
Este comentario –demasiado breve para una obra tan extensa- plantea principalmente dos cosas: primero analizar cómo los elementos culturales de la última parte de la edad media son los quellegaron con la conquista y la colonia a nuestro país y han permeado muchas de las manifestaciones culturales que perviven aun en la actualidad y han moldeado buena parte de nuestra idiosincrasia; en segundo lugar, se propone plantear algunos paralelismos de la época plasmada en la obra con la época actual para analizar nuestras propias posibilidades como parte de esta cultura.
Desarrollo
El otoñode la edad media nos presenta un ángulo pocas veces analizado –el mismo autor delata su intención apenas abriendo el libro- por los especialistas como lo es el ocaso de una era, tal es la fascinación que despierta lo novedoso, aun en el estudio del pasado, por paradójico que esto pueda sonar.
Así pues, no es gratuito el interés que suscita, por ejemplo, el conjunto de llamadas invasiones bárbarasmediante las cuales el imperio romano de occidente dejó de ser tal para dar paso al conjunto de naciones que dieron lugar a las estados europeos posteriores que lleva, en cualquier texto que se ocupe de la cuestión, a una descripción amplia y profunda de las olas invasoras, su expansión y su arraigamiento en las tierras usurpadas, dejando apenas unas cuantas páginas para el análisis somero de lascaracterísticas de la etapa de cierre imperial: descenso demográfico, crisis económica, etc., acaso para justificar la debacle.
Otro ejemplo puede ser la pervivencia de los elementos prehispánicos en Mesoamérica a la llegada de los españoles; esto es: se nos ha presentado un panorama cuyo dibujo nos hace pensar en un cambio abrupto de los estilos de vida, en virtud del cual, lo que un día antesera netamente prehispánico se transformó en lo que conceptualizamos como colonial a la mañana siguiente. Lo cual, a la luz de las interpretaciones de Huizinga, bien vale un análisis más profundo que seguramente nos haría ver que con excepción de los evidentes cambios políticos y económicos a nivel general (a nivel macroeconómico dirían las nuevas élites gobernantes del país) como la existencia deun nuevo orden de gobierno y consiguiente modo de recaudación de impuestos, por ejemplo, la vida cotidiana del ciudadano común no acusó un cambio tan abrupto ni drástico sino una transformación paulatina merced a la cual los primeros años de la llamada colonia debieron reflejar un mundo más prehispánico que mestizo.
Entrando de lleno a la obra analizada, resulta fascinante el cuadro que Huizinganos muestra: una edad media si no más viva que nunca si llena aún de todos sus elementos característicos y lejos todavía del ideal humanista del renacimiento, e inmersa en su propio tono de vida: esa mezcla heterogénea de emociones entre las cuales se pueden dar saltos abruptos sin reparo ni remordimiento alguno, que es de suyo incapaz de ofrecer seguridad de mejora al individuo, que se veobligado a buscarla entonces en el imaginario individual y colectivo. Un mundo lúgubre y melancólico.
Es precisamente este concepto el que define la obra de Huizinga toda: el tono de la vida. Es el que se permea a lo largo de todos los capítulos cada una de las características de la vida medieval y seguramente sin el cual costaría bastante entenderla, y que le surge –él dice- como una revelación, en...