Sobre la poética romántica de la individualidad
SOBRE LA POÉTICA ROMÁNTICA DE LA INDIVIDUALIDAD Gastón Molina
Sin duda hay otros mundos fuera de éste, otros pensamientos que los de la multitud… E.A. Poe, en La cita
La conciencia reflexiva La poética romántica, en una primera lectura tan a menudo tachada de antimoderna por su efusivo despliegue de contenidos apegados a latradición, no es, sin embargo, sino la consumación de una estética —es decir, de una sensibilidad— que germina con el Renacimiento. En este sentido la modernidad del Romanticismo no ha de buscarse en sus contenidos, sino en su forma. Esta se corresponde con aquella conciencia que, atenta a los medios que lo expresan, disuelve el contenido en la forma de su presentación y en el sentimiento que estaactividad suscita. En otros términos, allí cuando vemos a la conciencia romántica aferrada a las ruinas de la historia y a la nostalgia de lo perdido, hemos de preguntarnos por lo que se juega en la relación con aquello, y no por el significado oculto de estos temas, que sólo valen como recursos para exponer la destinación racional a la que esta subjetividad se siente avocada. Por ello el énfasis nuncarecae en lo perdido, sino en la nostalgia que la experiencia de la pérdida promueve: es a ésta a la que el romántico se aferra, y en esto queda expuesta la aguda conciencia histórica, característica del individuo moderno, para la que se ha vuelto desgarradoramente presente el haber sido de todo lo que fue. Así también, el recurrente motivo del misterio, por ejemplo, no ha de ser tomado como algooculto que seduce a esta conciencia, sino como la forma explícita que estructura su relación consigo misma y con el mundo. De este modo, podríamos decir que en el Romanticismo se agudiza aquella reflexividad de la conciencia que ya es patente en el Renacimiento. En efecto, en relación al arte —entendido aquí más como articulación de la sensibilidad que como una disciplina particular—, desde el sigloXV éste va progresivamente perdiendo su carácter funcional y simbólico para devenir en la experiencia de la obra propiamente tal, es decir, en la experiencia de una totalidad que encuentra el /1/
www.philosophia.cl / Escuela de Filosofía Universidad ARCIS. principio de su reunión en la coherencia interna de sus elementos, y donde el énfasis está puesto más en la forma de la relación que en loselementos que la componen. En este sentido, refiriéndose a La última cena, Gombrich señala que “una vez que admiraron suficientemente su extraordinaria ilusión de realidad, los monjes considerarían de que modo había presentado Leonardo el tema bíblico. No había nada en esta obra que se asemejase a las viejas representaciones del mismo asunto”.1 Una atención dirigida al tema requiere borrar alautor para que el contenido resplandezca en su inmediatez. Ahora en cambio, expuesta su mirada a un asunto dictado por la tradición, el espectador no puede dejar de mirar la manera en que este es mirado, es decir, la subjetividad que lo presenta. Es para esta mirada que repara en la forma que la representación se historiza: el mismo tema, visto de esta manera, hace aparecer en él una diferencia:“las viejas representaciones del mismo asunto”, es decir, el modo en que ha sido representado. Ahora bien, es cuando la representación se perfecciona hasta casi coincidir con la realidad — coincidencia que es ella misma un efecto de la unidad interna de la obra y no un reflejo especular—, que la “realidad”, paradojalmente, envejece, se debilita, deja de afectar en tanto tal (se trata, en efecto, comoseñala Gombrich, de una ”extraordinaria ilusión”; ésta es la que afecta), pues es la representación, es decir, la interioridad, la que ocupa todo el campo, y con ello el poder configurador de la subjetividad, que encuentra en el artista su máxima expresión. Aquello trascendente que se manifiesta en la obra cede su lugar a los recursos que allí concurren para que la manifestación tenga lugar....
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