Sobre La Vereda
El frio de esa mañana, se adentraba en lo más profundo de mis huesos. El simple pensamiento de la hora creaba caos en mi cerebro. No tenía idea de que hacia allí, ni que me esperaba.
-Todo estará bien, comentaba alguien, -estoy aquí contigo, me susurraban al oído. Sólo podía escuchar; estaba tan oscuro, no veía absolutamente nada. De pronto sentí el agudo piquete de una agujapenetrando mi muñeca derecha. Trate de reaccionar, quizás de incorporarme pero, con angustia me di cuenta que ninguna extremidad de mi rígido cuerpo se movía ni siquiera un poco. Comencé a sentir una extraña sensación de frío correr por mi sangre, una sustancia fría se adentraba en mi organismo poco a poco. Me sentía extraño, una mezcla de sensaciones y emociones invadían mi interior, y de fondo elsonido repetitivo y rítmico del tin, tin, tin, de una máquina a la que estoy conectado.
El breve y agudo sonido de mi reloj me despertó. La alarma me avisaba que ya estábamos sobre las cinco de la mañana. Cerré y abrí mis ojos varias veces hasta que logre enfocar las imágenes. No podía ver mucho, tan sólo distinguía algunas siluetas a mí alrededor y unas cuantas caras distorsionadas. La únicaluz que se apreciaba en el camino era la que el pequeño y maltratado camión escolar proporcionaba. Mis compañeros estaban congelados. Nadie hablaba, todo era silencio, sin comentarios. Un silencio sepulcral invadía el momento.
Entonces, venía a mi mente como un pensamiento lacerante, la “tranquilizante” frase de -Todo estará bien.- ¿Bien? Pensaba, no podía sacarla de mis pensamientos.
Lasventanas del camión se encontraban completamente abiertas y por si fuera poco, atascadas, lo que permitía que el gélido aire de la mañana entrara y terminara con el poco calor que nuestros cuerpos generaban.
Al fin llegamos, era tiempo de bajar de aquel refrigerador rodante, y emprender nuestra aventura. Debíamos estar de vuelta para las seis de la tarde. No podía levantar los pies, ni siquierasentirlos, estaba entumido por el frío; tan sólo los arrastraba unos cuantos centímetros uno detrás del otro. Tomamos las mochilas y comenzamos a avanzar en fila, comenzamos a subir por un angosto camino empedrado. Era difícil distinguir cuántas piedras había o si realmente estaban ahí, y no era producto de mi imaginación.
No había avanzado ni tres metros, cuando el guía grito con entusiasmo yalegría -Muy bien chicos, cada vez falta menos- y todo volvió a un fúnebre silencio.
“Ya falta menos”, no era una medida que yo pudiera referenciar en ese momento ni siquiera saber si realmente era válida o no. El vaho que desprendíamos en grupo parecía neblina pura en su máxima expresión; la más espesa que yo hubiese visto.
La vereda se hacía cada vez más escarpada, y fue hasta entonces querecupere el control de ambos pies. Ya no era una simple acción subconsciente por subir, había algo que me impulsaba a ir hacia adelante, no sabía qué era, ni por qué lo hacía, simplemente sentía la inexplicable necesidad de hacerlo.
Pasando las seis de la mañana, entre paso y paso se empezaban a oír furtivas y disimuladas conversaciones entre mis compañeros; tan disimuladas, que costabacomprenderlas. El camino ya no era una simple subida constante de piedras, si no un camino engañoso que zigzagueaba sobre la ladera de la montaña, se alejaba de la vegetación y se volvía a adentrar en ella una y otra vez, por lo que la atmosfera que nos rodeaba cambiaba constantemente.
Según los cálculos hechos durante este recorrido, ya debíamos de estar alrededor de los cien metros de altura comomínimo pero para mi sorpresa todo este largo tramo en subida y ese zigzagueo de casi cuarenta y cinco minutos nos había puesto exactamente en el mismo lugar en el que habíamos empezado, pero solo unos cuantos metros arriba y al decir “unos cuantos metros” me refiero a unos diez o doce metros arriba del mismo punto. Me era ilógico y casi irónico que después de cuarenta y cinco minutos de ir subiendo...
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