Sobre
Código de Derecho Canónico de 1983.
La Iglesia católica, con el paso del tiempo, ha sabido reformar y renovar las leyes de la disciplina sagrada, a fin de que en constante fidelidad a su divino Fundador, se adaptasen cada vez mejor a la misión salvífica que le ha sido confiada. Movido por este mismo propósito, y dando finalmente cumplimiento a la expectativa de todoel orbe católico, dispongo hoy, 25 de enero del año 1983, la promulgación del Código de Derecho Canónico después de su revisión. Al hacer esto, mi pensamiento se dirige al mismo día del año 1959, cuando mi predecesor Juan XXIII, de feliz memoria, anunció por vez primera la decisión de reformar el vigente Corpus de las leyes canónicas, que había sido promulgado en la solemnidad de Pentecostés delaño 1917.
Esta decisión de la reforma del Código fue tomada juntamente con otras dos decisiones, de las que habló el Pontífice ese mismo día, a saber: la intención de celebrar el Sínodo de la diócesis de Roma y la de convocar el Concilio Ecuménico. Aunque el primero de estos acontecimientos no tiene íntima relación con la reforma del Código, sin embargo, el otro, es decir, el Concilio, es desuma importancia en orden a nuestro tema y se vincula estrechamente con él.
Y si se nos pregunta por qué Juan XXIII creyó necesario reformar el Código vigente, quizá se pueda encontrar la respuesta en el mismo Código promulgado el año 1917. Además hay otra respuesta, que es la primordial, a saber: la reforma del Código parece que la quería y exigía claramente el mismo Concilio, que había fijadosu atención principalmente en la Iglesia.
Es evidente que, cuando se hizo el primer anuncio de la revisión del Código, el Concilio era una empresa todavía del futuro. Hay que añadir que los documentos de su magisterio, y señaladamente su doctrina en torno a la Iglesia, fueron elaborados durante los años 1962-1965; sin embargo, todos pueden ver cómo fue acertadísima la intuición de Juan XXIII, yhay que decir que con toda razón que su decisión fue providencial para el bien de la Iglesia.
Por tanto, el nuevo Código que se publica hoy ha requerido necesariamente el trabajo precedente el Concilio; y aunque fuera anunciado juntamente con la Asamblea ecuménica, sin embargo, cronológicamente, viene después de ella, ya que los trabajos emprendidos para preparar el nuevo Código, al tener quebasarse en el Concilio, no pudieron comenzar hasta la conclusión del mismo.
Al dirigir hoy el pensamiento al comienzo del largo camino, o sea, al 25 de enero de 1959 y a la misma persona de Juan XXIII, promotor de la revisión del Código, debo reconocer que este Código, así como la manera con que se han llevado a cabo, especialmente durante los pontificados de Pablo VI y Juan Pablo Y, y luegohasta nuestros días, es necesario absolutamente poner de relieve con toda claridad que estos trabajos fueron llevados a término con un espíritu plenamente colegial. Y esto no sólo se refiere al aspecto externo de la obra, sino que afecta también profundamente a la esencia misma de las leyes elaboradas.
Ahora bien: esta nota de colegialidad, que caracteriza tan notablemente el proceso deelaboración del presente Código, corresponde perfectamente al magisterio y a la índole del Concilio Vaticano II. Por lo cual, el Código, no sólo por su contenido, sino también ya desde su primer comienzo, demuestra el espíritu de este Concilio, en cuyos documentos la Iglesia, universal «sacramento de salvación» (cf. Lumen gentium 9,48), es presentada como Pueblo de Dios y su constitución jerárquica aparecefundada sobre el Colegio de los Obispos juntamente con su Cabeza.
En virtud de esto, pues, los Obispos y los Episcopados fueron invitados a prestar su colaboración en la preparación del nuevo Código, a fin de que a través de un camino tan largo, con un método colegial en todo lo posible, madurasen poco a poco las fórmulas jurídicas que luego habrían de servir para uso de toda la Iglesia....
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