sociales
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El casarse pronto y mal
(Artículo del bachiller)
[Habrá observado el lector, si es que nos ha leído, que ni seguimos método, ni
observamos orden, ni hacemos sino saltar de una materia en otra, como aquel que no
entiende ninguna, cuándo en mala prosa, cuándo en versos duros, ya denunciando a la
pública indignación necios y viciosos, ya afectando conocimientos del mundo enaplicaciones generales frías e insípidas. Efectivamente, tal es nuestro plan, en parte hijo
de nuestro conocimiento del público, en parte hijo de nuestra nulidad.
-No tienen más defecto esos cuadernos -nos decía días pasados un hombre pacato-
que esa audacia incomprensible, ese atrevimiento cínico con que usted descarga su
maza sobre las cosas más sagradas. Yo soy un hombre moderado, yno me gusta que se
ofenda a nadie. Las sátiras han de ser generales, y esa malignidad no puede ser hija
sino de una alma más negra que la tinta con que escribe.
-Déme usted un abrazo -exclamaba otro de esos que por no haberse purificado lo
ven todo con ojos de indignación-; así me gusta: esa energía nos sacará de nuestro
letargo; duro en ellos. ¡Bribones!... Sólo una cosa me hadisgustado en sus números de
usted; ese quinto número, en que ya empieza usted a adular.
-¿Yo adular? ¿Es adular decir la verdad?
-Cuando la verdad no es amarga, es una adulación manifiesta; corríjase usted de
ese defecto, y nada de alabar, aunque sea una cosa buena, que ése no es el camino
del bolsillo del público.
-Economice usted los versos -me dice otro-; pasó el siglo de la poesía y delas
ilusiones: el público de las Batuecas no está ahora para versos. Prosa, prosa mordaz y
nada más.
- ¡Qué buena idea -me dice otro- esa de las satirillas en tercetos! ¿Y seguirán? Es
preciso resucitar el gusto a la poesía: al fin, siempre gustan más las cosas mientras
mejor dichas están.
-¡Política -clama otro-; nada de ciencias ni artes! ¡En un país tan instruido como
éste, esllevar agua al mar!
-¡Literatura -grita aquél-; renazca nuestro Siglo de Oro! Abogue usted siempre por
el teatro, que ése es asunto de la mayor importancia.
-Déjese usted de artículos de teatros -nos responde un comerciante-. ¿Qué nos
importa a los batuecos que anden rotos los poetas, y que se traduzca o no? ¡Cambios,
y bolsa, y vales y créditos, y bienes N.... y empréstitos!
-¡Diosmío! Dé usted gusto a toda esta gente, y escriba usted para todos. Escriba
usted un artículo jovial y lleno de gracia y mordacidad contra los que mandan, en el
mismo día en que sólo agradecimiento les puede uno profesar. Escriba usted un artículo
misantrópico cuando acaban de darle un empleo. ¿Hay cosa entonces que vaya mal?
¿Hay mandón que le parezca a uno injusto, ni cosa que no esté ensu lugar, ni nación
mejor gobernada que aquella en que tiene uno un empleo? Escriba usted un artículo
gratulatorio para agradecer a los vencedores el día en que se paró el carro de sus esperanzas, y en que echaron su memorial debajo de la mesa. ¿Hay anarquía como la de
aquel país en que está uno cesante? Apelamos a la conciencia de los que en tales casos
se hayan hallado. Que den diez milduros de sueldo a aquel frenético que me decía ayer
que todas las cosas iban al revés, y que mi patriotismo me ponía en la precisión de
hablar claro: verémosle clamar que ya se pusieron las cosas al derecho, y que ya da
todo más esperanzas. ¿Se mudó el corazón humano? ¿Se mudaron las cosas? ¿Ya no
serán los hombres malos? ¿Ya será el mundo feliz? ¡Ilusiones! No, señor; ni se mudarán
lascosas, ni dejarán los hombres de ser tontos, ni el mundo será feliz. Pero se mudó su
sueldo, y nada hay más justo que el que se mude su opinión.
Nosotros, que creemos que el interés del hombre suele tener, por desgracia, alguna
influencia en su modo de ver las cosas; nosotros, en fin, que no creemos en hipocresías
de patriotismo, le excusamos en alguna manera, y juzgamos que opinión...
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