Sociedad, comunicación y educación

FRANCISCO LÁREZ GRANADO

DOS HECHOS HEROICOS DE LA HISTORIA DE MARGARITA

LA BATALLA DE MATASIETE
31 DE JULIO DE 1817

LA BATALLA DE JUANGRIEGO
8 DE AGOSTO DE 1817

EL ROSTRO DE MPM
EDICIONES DE LA COMISIÓN REGIONAL BOLIVARIANA DEL BICENTENARIO
LA ASUNCIÓN
2009LA BATALLA DE MATASIETE
31 DE JULIO DE 1817

En los días próximos al 31 de julio de 1817, desde su Cuartel General de Sabana Grande, el General Francisco Esteban Gómez, otrora sacristán de la Villa del Norte y entonces Jefe Supremo defensor de la Isla, respondía a la arrogancia e intimación del General Español Don PabloMorillo, en esta forma:
"Si vuestra Excelencia fuere vencedor, se hará señor de los escombros, de las cenizas y de los lúgubres vestigios que quedarán de nuestra constancia y valor. Con ellos podrá satisfacer la tiránica ambición de su soberano. Pero jamás podrá dominar la Isla de Margarita, ni mucho menos decir que se le rindieron sus ilustres defensores.
Ante tan valiente respuesta, lareacción del Pacificador Morillo fue de soberbia y poderoso empuje. Desde Pampatar echó a andar su formidable maquinaria de guerra hacia el valle de La Asunción. Por el camino las patas de los caballos y la marcha de la Infantería alzaban como dosel una gran nube de polvo. Luego, a las primeras horas de la mañana, en las estribaciones de la serranía, bajo la sombra de un paraguas verde, hizo frente consus 3.000 soldados veteranos al invencible hervor de libertad de 300 insulares. Para éstos, "un árbol era una fortaleza, una roca era un bastión". En la ciudad la espera era una callada angustia, una tensión colectiva. Todo el mundo estaba dispuesto para la lucha, ya en el Castillo de Santa Rosa, ora en los cerros N° 1 y 2, en La Caranta, en el cerro de La Libertad, en el Portachuelo del Norte, enlas Tapias de Paraguachí, en la plaza, en los campanarios de las iglesias, en las huertas apretadas de cocoteros y en todas y cada una de las casas de la ciudad.
Desde la cuesta el Jefe Español con su catalejo reconoció las baterías de los patriotas y tendió la mirada hacia el Portachuelo del Norte, principal objetivo de su acción. Luego un fuego vivísimo se abrió de uno a otro bando. La sangreempezó a empurpurar el verde tapiz de la espesura. Los jinetes criollos se confundían con los infantes españoles. Había desesperación en la embestida. Había odio. Había rabia. Había valor. Había audacia. Sonaban gritos, ruidos de cascos, estampidos de armas, alentar de centauros. Frente a la caballería republicana iba casi siempre Francisco Esteban Gómez. Hubo un momento en que se acercó al hombredel paraguas y lo retó a dirimir supremacías cuerpo a cuerpo. Su palabra feroz era como un rayo de fuego, como una espada de acero blandida con furor y audacia.
Como una paloma herida, en el fondo del valle de Santa Lucía cayó la tarde. Doscientos muertos y cuatrocientos heridos fue el balance en las líneas realistas y no más de cien entre muertos y heridos en las filas patriotas. Las sombras dela noche, de cocotero en cocotero y en los brazos de los grandes árboles, fueron tendiendo sus impalpables redes. El español vencido cerró el paraguas y ordenó retirada. Entonces al cese del fuego, una tremenda expectativa se extendió por el campo humeante. El ambiente olía a pólvora, sonaba a lamentos, a rumor del viento entre el plantío. Y después, ante la evidencia de la retirada del enemigo,los habitantes de La Asunción desde el fondo del valle, desde las ruinas de las casas, desde las cimas de los montes prorrumpieron en frenéticas demostraciones de júbilo, lanzaron al aire sus sombreros, dieron vivas a la Libertad. Una loca alegría cubrió de lágrimas a hombres y mujeres inflamados de patriotismo y de profundo y santo amor a la tierra. Las mujeres cruzaron el campo desolado de la...