Sociedad Novable
Cuantos recibieron aquí honores semejantes a los que os dignáis tributarme en esta solemnidad, habrán de fijo sentido menos turbación que yo, ante el deber de disertar sobre untema literario digno de vosotros y de esta ilustre casa. Ordenan la cortesía y la costumbre que al ingresar en ésta, que bien puedo llamar orden suprema de las Letras, se hagan pruebas de aptitudescríticas y de sólidos conocimientos en las varias materias del Arte, que cultiváis con tanta gloria. Pero el que en la ocasión presente habéis traído a vuestro seno, con sufragio en que se ha de versiempre más benevolencia que justicia, ha consagrado su vida entera a cultivar lo anecdótico y narrativo, y por efecto de las deformaciones que produce en nuestro ser el uso exclusivo de una facultad y suforzado desarrollo a expensas de otras, hállase privado casi en absoluto de aptitudes críticas, y no le obedecen las ideas ni la palabra cuando trata de aplicarlas al arduo examen de los peregrinosingenios que ilustraron en nuestra nación y en las extrañas la Poesía, el Drama o la Novela.
La inmensa labor de los siglos que fueron, ya sentenciada por el tiempo y la opinión humana; la labor denuestros contemporáneos, más difícil de sentenciar en el viciado ambiente de esta atmósfera de disputas que autores y críticos respiramos, sobrecogen igualmente el ánimo del que os habla, balanceándoloentre el respeto y el pavor. Intento pedir auxilio a la erudición, a esa fácil y somera sabiduría que en los modernos centros de cultura puede encontrar quien se tome el trabajo de buscarla. Pero lasbibliotecas, aun llegándome a ellas con el honrado intento de beneficiar tan sólo los yacimientos a flor de tierra, me imponen un respeto supersticioso, y sus ingentes masas de letra impresa, desdelo superficial y corriente para uso del estudiante precoz, hasta las capas hondísimas de griego y latín, en que sólo penetra el minero de profesión, conturban terriblemente mi espíritu, dándome una...
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