sociologia
En nuestra cultura angloamericana parece haber dos modelos de los basados en el sentido común, de acuerdo con los cuales formulamos nuestras concepciones de la conducta: la actuación real, sincera u honesta, y la falsa, que consumados embusteros montan para nosotros, ya sea con la intención de no ser tomados en serio, como en el trabajo de los actores en escena, o conla intención de serlo, como en el caso de los embaucadores. Tendemos a ver las actuaciones reales como algo que no ha sido construido expresamente, como producto involuntario de la respuesta espontánea a los hechos en su situación. Y tendemos a ver las actuaciones ideadas como algo industriosamente armado, con un detalle falso tras otro, ya que no hay realidad de la cual podrían ser respuestadirecta los detalles de conducta. Será necesario ver ahora que estas concepciones dicotómicas, que están en camino de constituir la ideología de los actuantes honestos proporcionando firmeza al espectáculo por ellos presentado , constituyen un pobre análisis de este último.
En primer lugar, hay que tener en cuenta que existen muchos individuos que creen sinceramente que la definición de lasituaciónqueacostumbranproyectaresla realidad real. En este informe no intento examinar su proporción en la población, sino más bien la relación estructural entre su sinceridad y las actuaciones que ofrecen. Si una actuación ha de tener efecto, será bueno que los testigos puedan creer en todo sentido que los actuantes son sinceros. Esta es la posición estructural de la sinceridad en la secuencia de losacontecimientos. Los actuantes pueden ser sinceros —o no serlo pero estar sinceramente convencidos de su propia sinceridad—, pero este tipo de sentimiento respecto del rol no es necesario para que la actuación sea convincente. No hay muchos cocineros franceses que sean realmente espías rusos, y quizá no hay muchas mujeres que desempeñen e papel de esposas para un hombre y el de amantes parí otro; peroestas duplicidades ocurren, y a menudo son mantenidas con éxito durante prolongadosperíodos de tiempo Esto señala que, si bien las personas son por lo general 1( que aparentan ser, dichas apariencias podrían, no obstante; haber sido dirigidas. Hay, entonces, una relación estadística entre las apariencias y la realidad, que no es ni intrínseca ni necesaria. De hecho, dadas las amenazas imprevistasque juegan sobre una actuación, y la necesidad (que se considerará más adelante) de mantener la solidaridad con los compañeros de actuación y cierta distancia respecto de los testigos, advertimos que una incapacidad rígida para alejarse de la propia perspectiva interna de la realidad puede a veces comprometer la actuación del sujeto. Algunas actuaciones son llevadas a cabo exitosamente con completadeshonestidad, otras con completa honestidad; pero ninguno de estos dos extremos es esencial para las actuaciones en general ninguno de los dos es, quizás, aconsejable desde el punto de vista dramático. Aquí se infiere que una actuación honesta, sincera, seria tiene una conexión con el mundo verdadero menos sólida de lo que se podría suponer a primera vista. Y esta inferencia se verá reforzada siobservamos una vez más la distancia que media por lo general entre las actuaciones muy honestas y las muy artificiosamente elaboradas. En este sentido, tomemos por ejemplo el notable fenómeno de la actuación en escena. Se requiere una profunda habilidad, un largo entrenamiento y capacidad psicológica para llegar ser un buen actor de teatro. Pero este hecho no debería impedirnos ver otro: casitodo el mundo puede aprender con rapidez un libreto con la suficiente corrección como parí transmitir a un público caritativo algún sentido de realidad en lo que se representa ante ellos. Y esto parece ser as porque el trato social ordinario se coordina, al igual que una escena, por el intercambio de acciones, oposiciones y res puestas terminantes dramáticamente infladas. Aun en manos de actores...
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