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Páginas: 27 (6691 palabras)
Publicado: 29 de mayo de 2014
“¡Hermanas, esas palabras son verdaderas! ¡No son el invento de un cuento de hadas! ¿No es extraordinario saber que nuestroPadre Eterno las conoce a ustedes, las escucha, vela por ustedes y las ama con un amor infinito? De hecho, Su amor por ustedes es tan grande que Él les ha concedido esta vida terrenal como un precioso obsequio de “Érase una vez” lleno de su propio y real relato de aventuras, pruebas y oportunidades de grandeza, nobleza, valor y amor; y lo más glorioso de todo: Él les ofrece un don invalorable quesupera precio y comprensión. Nuestro Padre Celestial les ofrece el don más grande de todos, la vida eterna, y la oportunidad e infinita bendición de tener su propio ‘felices para siempre’.
“Pero dicha bendición no viene sin un precio; no se da simplemente porque ustedes la deseen.Viene solamente al entender quiénes son y qué deben llegar a ser a fin de ser dignas de ese don”.
PresidenteDieter F. Uchtdorf,
Mis queridas jóvenes hermanas alrededor del mundo, me siento agradecido y honrado por estar hoy con ustedes. El presidente Monson y todos los líderes de la Iglesia las aman; oramos por ustedes y nos regocijamos en su fidelidad.
A lo largo de los años, he estado expuesto a muchos idiomas hermosos: cada uno de ellos es fascinante y extraordinario; cada uno tiene su encantoespecial; pero sin importar cuán diferentes sean esos idiomas, suelen tener cosas en común. Por ejemplo, en la mayoría de los idiomas existe una frase, tan mágica y prometedora como quizá ninguna otra en el mundo. Esa frase es: “Érase una vez”.
¿No son esas palabras maravillosas para comenzar un relato? “Érase una vez” nos promete algo: un relato de aventura y romance, un relato de príncipes yprincesas. Puede incluir historias de valor, esperanza y amor eterno; en muchos de esos relatos, lo agradable vence a lo desagradable, y el bien vence al mal. Pero quizá, más que nada, me gusta cuando llegamos a la última página, miramos las últimas líneas y vemos las encantadoras palabras “y vivieron felices para siempre”.
¿Acaso no es eso lo que todos deseamos: ser los héroes y las heroínas denuestro propio relato, triunfar sobre la adversidad; experimentar la vida en toda su hermosura; y, finalmente, vivir felices para siempre?
Hoy quiero que presten atención a algo muy significativo, sumamente extraordinario. En la primera página de su libro del Progreso Personal de las Mujeres Jóvenes encontrarán estas palabras: “Eres una hija amada de nuestro Padre Celestial, preparada para venir ala tierra en esta época precisa para un propósito sagrado y glorioso”1.
¡Hermanas, esas palabras son verdaderas! ¡No son el invento de un cuento de hadas! ¿No es extraordinario saber que nuestro Padre Eterno las conoce a ustedes, las escucha, vela por ustedes y las ama con un amor infinito? De hecho, Su amor por ustedes es tan grande que Él les ha concedido esta vida terrenal como un preciosoobsequio de “Érase una vez” lleno de su propio y real relato de aventuras, pruebas y oportunidades de grandeza, nobleza, valor y amor; y lo más glorioso de todo: Él les ofrece un don invalorable que supera precio y comprensión. Nuestro Padre Celestial les ofrece el don más grande de todos, la vida eterna, y la oportunidad e infinita bendición de tener sus propios “felices para siempre”.
Perodicha bendición no viene sin un precio; no se da simplemente porque ustedes la deseen. Viene solamente al entender quiénes son y qué deben llegar a ser a fin de ser dignas de ese don.
Las pruebas son parte de la jornada
Por un momento, piensen en su cuento de hadas preferido. En ese relato, el personaje principal podría ser una princesa o una campesina; podría ser una sirena o una lechera, una...
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