Soledad.
Me está mirando pero no quiero levantar la cabeza. Noto su luz, su presencia, como si me quemaseel corazón. Noto como sus iris recorren mi cuerpo maltrecho y soy incapaz de moverme.
Sus alas se extienden sobre mí, ocultando el sol tan ansiado.Todo se vuelve penumbra y el frío empieza a recrearse en mí y en mi desgracia. No quiero dejar todo esto atrás, aunque me duela, aunque me desgarre.No quiero olvidar el dolor, la angustia. No quiero olvidar lo mucho que amo a este ser. No quiero olvidar sus alas de plumas, sus manos mordidas. Noquiero enterrar sus ojos, ni su sonrisa, ni sus labios.
No quiero mirarle a los ojos, alzar la vista y encontrarle glorioso ante mí, a sabiendasde que el pudo superarlo, seguir hacia adelante, volar hacia el horizonte. No quiero sobrevivir, tampoco quiero seguir viviendo si no es con él.
Ysigo aquí hambrienta de su dolor, de su recuerdo. No quiero saber que me sigue amando, porque tampoco quiero ser partícipe de su dolor, de su nobleza.No quiero saber que otro ángel lo espera más allá del arco iris, que le ama. Aunque yo fuese la primera persona en conocer la verdad.
Yo quierocontinuar con este dolor, porque es el dolor de amarle lo que me hace seguir bombeando sangre.
Es el dolor lo que me hace sentir viva, una vez más.
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