Solo Yop

INTRODUCCIÓN

El Libertador, de cara al tercer milenio, permanece vigente. No es éste un delirio historicista. No somos arrastrados por algún morbo paternalista cuando formulamos esta afirmación. Son los tiempos, los acontecimientos, las realidades presentes, las que hacen inevitable voltear hacia él como hacia el Apóstol José Martí, buscando en su inagotable capacidad visionaria,explicaciones y caminos.
Es obvio que el contexto mundial, continental y aun latinoamericano y caribeño, no es hoy el de las tres primeras décadas del siglo XIX, tiempo de guerras de independencia. Baste decir que ahora la idea democrática, no cuando alude a modelos políticos contemporáneos escudados tras ella, en todo caso discutibles, sino en su sentido raigal profundamente libertario, pese aaltibajos que todavía perdurarán, ha logrado carta de ciudadanía en la mente de la mayoría de los hombres del planeta, y que, simultáneamente, el sentimiento de paz, también vapuleado dramáticamente en los últimos años, ha conseguido instalarse entre incontables masas humanas que razonablemente la asumen como un requisito indispensable para intentar la odisea del crecimiento económico y deldesarrollo, componentes discutidos pero innegables de todo proyecto de bienestar social y político en cualquier zona de la tierra.
No es posible traer simplistamente, vale decir descontextualizado a Simón Bolívar, a este escenario abigarrado y proceloso, de cambios profundos y vertiginosos, sin correr algunos riesgos. No es este marco, como ya se dijo, el de las guerras de independencia contra ladominación española; ahora el recurso a la violencia como vía para dirimir la lucha por el poder político, está rodeado de interrogantes no precisamente desestimables; el derecho a la vida, incluidas la flora y la fauna y esa residencia de la humanidad entera que es el planeta, dejó de ser una bandera panfletaria o agitacionista para convertirse en un sentimiento universal. Pero sí es posibleretomar en forma orientadora algunas formulaciones fundamentales, perennes debernos llamarlas, como en el caso de Bolívar y de otros padres fundadores de nuestras patrias y, soportados en su fuerza ética y política, ingresar al agitado debate que nos convoca hoy.
América Latina vive en este momento una oportunidad única. La aseveración puede lucir desorbitada para algunos. Sin embargo, no lo es.Vivimos tiempos de globalización y de unipolaridad, se afirma recurrentemente en todos los escenarios.
Hoy no se trata de una Confederación Hispanoamericana, tampoco de crear una fuerza militar conjunta para liberar de España a Cuba y Puerto Rico, menos de alumbrar una fuerza orientada a defenderse militarmente, ni enderezada contra nadie. No. Hoy se trata más bien de, permítaseme que locoloque por delante, porque me parece de la máxima urgencia y en cierto modo lo más fácil, afirmar nuestros valores culturales, que nos acercan tanto, que acentúan nuestra identidad latinoamericana y que elevan el sentido de la pertenencia nacional de nuestros pueblos; esto, de la mano de la formidable revolución universal que viven las comunicaciones, cuya expresión ya familiar es Internet.Pocos hombres como Bolívar. Personalidad brillante e innovadora, introductor de nuevas formas políticas, y hombre de oficio; aunque en su infancia y adolescencia no vivió la miseria, la combatió frontalmente en su adultez como gobernante.
Su vida y su obra no son fáciles de separar, pues siempre fueron una vivencia total: volcó en ellas toda su riqueza interior, todo cuanto consciente oinconscientemente había asimilado a lo largo de su experiencia vital. Es así, que en su obra trasciende el Simón niño, el joven y el adulto y laten todas las experiencias emocionales de su relación con la naturaleza, con los hombres, la sociedad, la política, la moral, la miseria, la libertad, la justicia, la independencia absoluta de los pueblos que libertó y, no sobra decirlo, la comunicación...