Somos cuestión de tiempo.
La mayoría de las definiciones no solo abarcan el miedo al olvido que tanto atormenta al hombre, si no que también el hecho de que nuestra mente sólo percibe laduración y por lo tanto “traduce” la categoría de lo eterno en “temporal” ya que la naturaleza del hombre reside más bien en eso mismo: la temporalidad. Para percibir lo eterno hay que trascender el tiempo pero si como bien dijo platón, "El tiempo es el rostro humano de la eternidad” ¿no es esto un círculo un tanto vicioso? Tanto en la vida cotidiana como en las diferentes ramas del saber,manejamos continuamente nociones temporales; antes, después, ahora, ya, simultáneamente, tarde, temprano, ayer, mañana,... El mundo se nos ofrece como una realidad que cambia incesantemente y la percepción del cambio, de la sucesión o de la duración de las cosas nos sugiere la idea del tiempo. Aun sin ser consientes de este mismo y su verdadera naturaleza. Sabemos que ha transcurrido el tiempo lectivo,el tiempo de vacaciones o inclusive el tiempo de la juventud. Es indudable que tenemos experiencia del tiempo y hasta nos atrevemos a calcularlo mediante diversos procedimientos e instrumentos: el curso del sol, la sucesión de los días y las noches, el desplazamiento de las agujas del reloj. Sin embargo, qué es realmente el tiempo es una cuestión difícil y compleja, pues, como decía San Agustín,"si nadie me lo pregunta, lo sé, pero si trato de explicárselo a quien me lo pregunta, no lo sé".
Ya la filosofía griega, propensa a la reflexión sobre los más variados asuntos, abordó la temática del tiempo. De todos los filósofos griegos es, sin duda, Aristóteles el que nos ha legado la doctrina más sólida sobre el tiempo. La visión aristotélica del tiempo está estrechamente vinculada almovimiento, ya que, en su opinión, el tiempo no es posible sin acontecimientos, sin seres en movimiento. De ahí que conciba el tiempo como el movimiento continuo de las cosas, susceptible de ser medido por el entendimiento. Conceptos como "antes" y "después", sin los cuales no habría ningún tiempo, se hallan incluidos en la sucesión temporal. Esta estrecha vinculación induce a Aristóteles a definir eltiempo en su física con los siguientes términos: " la medida del movimiento respecto a lo anterior y lo posterior". Esta definición nos revela que el tiempo no es el movimiento, pero lo implica de tal suerte que si no tuviéramos conciencia del cambio, no sabríamos que el tiempo transcurre. El tiempo aristotélico es exterior al movimiento, pero supone un mundo que dura sucesivamente y esta duración...
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