Son, que viva la identidad y tradición
Qué rico el Son, así como dirían los cubano en el salón, de esta manera me dije una y otra vez mientrasdeleitaba mis pupilas al ver aquellas parejitas de la tercera edad moviendo los pies con un sexapeal especial y tremendo glamour que se desprendíade la sonrisas coquetas de las hembras y el sombrero característicos de los machos.
Sujetando sus manos sudorosas y cálidas con la flor enmetal en sus dedos color platea, el candor de sus cuerpos cerquita se comunicaban en aquel son que bailaban altos, pequeños, viejas, flacos, ynegros.
En sus rostros madres de familias, mujeres que se ganan la vida humildemente haciendo los quehaceres, pero también mujeres que aun tienenenergías, que le vibra el corazón cuando se trata del son.
Otros, con su camisa de gabardina, zapatos blancos y de charol, sombreros dehabaneros y breteles de color que combinados con un par de alhajas hacían la combinación perfecta para moverse en medio de todos y hacer tremendosshows salseros.
Me imagino sus vidas, un domingo después de las 6:00 p.m., sus vestidos planchados, los chelitos en el bolsillo, los piesexcitados ante el retumbar de la primera clave que debe sonar en aquel humilde “Secreto Musical”, un pedacito de la vieja habana, en un barrio de lacapital Dominicana.
Sin imaginar mucho, pude saborear en el swing del lánguido moreno, ¡Qué riiiico el Son! con su tumbao, ¡qué sabroso son!.
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