SONIA MONTENCINOS
“Tan pronto como el órgano femenino del nacimiento ya no significa sólo la salida, la real como la imaginaria, sino que también se ha convertido en una entrada por la que debe penetrar labúsqueda de identidad, se carga de fascinaciones ambivalentes. La puerta sangrante a la vida cuya hendidura fascina, indigna y repele, se convierte ahora en acceso al infra y al supramundo. El útero va creciendo hasta el más allá, la vulva se convierte en un portal hacía él, horrible a la vez que atractivo” (Sloterdijk, 254-255, Esferas I)
Al terminar de leer este libro, apasionante para quienes nosdedicamos a comprender lo femenino en tanto categoría de género, es decir como lenguaje inscrito en y a partir del cuerpo de las mujeres, la sensación es la de haber surcado desde una matriz por cuatro arterias, al modo de las imágenes que el artículo de Javiera Ruiz reproduce. La navegación por esos parénquimas (líquidos de los órganos) nos lleva a un proceso en el que Paulina Zamorano nosmuestra los tensos relieves de la inserción del saber letrado sobre los partos, Alejandra Araya nos confronta a la refetalizacion, como pedagogía de la vida y la muerte (es un concepto del filósofo alemán ya citado que luego explicaré), Javiera Ruiz a la tecnología ginecológica y sus sentidos sobre el cuerpo y, por último Natalie Guerra a la construcción social del infante. El texto asíentendido funciona como un relato que expone la “salida” cultural del nacido-nacida en manos de las parteras, se adentra en la construcción del feto y su alma, toca las herramientas de cesáreas y abortos y exhibe la configuración del niño-niña ya infantilizados –humanizados- desde el interior de la “entraña hueca”.
Un libro como este hacía falta en nuestro medio: acostumbradas a leer las exacciones delos saberes femeninos por el cuerpo médico, las ciencias positivas y la ilustración sólo en ejemplos europeos, la mirada sobre Chile –y por extensión América Latina-, es sin duda un aporte al conocimiento y a la reflexión de los devenires femeninos en nuestros espacios locales marcados por una historia de castas y mestizajes, de oposiciones binarias y violencias. En ese sentido podemos decir que“Vencer la cárcel del seno materno” se nos prodiga como una simiente que anuncia fecundación y nuevas formas de escribir y pensar desde Chile. Se trata de cuatro historiadoras confabuladas en la lectura de archivos judiciales, manuales, tratados de teología, textos médicos del siglo XVIII que se constituyen en el material desde el cual la tierra del parto, de los fetos, de los instrumentos y del sernacido se tornan letra y relato de una experiencia codificada, universalizada en la escritura y por ello asible y transmisible. Pacto intragénero, el de este libro, que intenta aunque sea de modo fragmentario sacar a luz otro pacto antiguo, pero no por ello menos vigente: el de la partera y la parturienta, en el que espejea el de la madre y la hija, el de la abuela y la nieta. Imposible, sin duda,con un tema como el que se aborda, dejar atrás las genealogías, obliterar la historia de vida propia: “Parecía, nos cuenta Sylvia Martínez, mi abuela, que se paría de pie” cita el epígrafe de la introducción restituyendo el testimonio y la memoria de la madre de la madre de la madre, “ayudante” de la “maestra” partera.
Las historiadoras “conchabadas” –en el sentido de aliadas- nos brindan unlibro erudito y académico, que hurga real y figuradamente en las entrañas de un siglo de tránsito (el XVIII) y en un tránsito sólo de mujeres (el del parto). Junto a un impecable trabajo de investigación y una pensada escritura a cuatro voces, las subjetividades se agolpan produciendo un abigarrado tejido femenino que lucha y se debate como otro sonido que es posible escuchar en sordina y en un...
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