Soseki Natsume Soy Un Gato
Natsume Soseki
Título: Soy un Gato
Autor: Natsume Soseki
Título original: Wagahai wa Neko de Aru
Traductor: Yoko Ogihara y Fernando Cordobés
Editorial: Impedimenta
ISBN: 9788493760151
Reseña:
«Soy un gato, aunque todavía no tengo nombre.» Así comienza la primera y más
hilarante novela de Natsume Soseki, una auténtica obra maestra de la literatura japonesa,
que narra las aventurasde un desdeñoso felino que cohabita, de modo accidental, con un
grupo de grotescos personajes, miembros todos ellos de la bienpensante clase media
tokiota: el dispéptico profesor Kushami y su familia, teóricos dueños de la casa donde vive
el gato; el mejor amigo del profesor, el charlatán e irritante Meitei; o el joven estudioso
Kangetsu, que día sí, día no, intenta arreglárselas para conquistar ala hija de los vecinos.
Escrita justo antes de su aclamada novela Botchan, Soy un gato es una sátira descarnada
de la burguesía Meiji. Dotada de un ingenio a prueba de bombas y de un humor sardónico,
recorre las peripecias de un voluble filósofo gatuno que no se cansa de hacer los
comentarios más incisivos sobre la disparatada tropa de seres humanos con la que le ha
tocado convivir.
Capítulo 1Soy un gato, aunque todavía no tengo nombre. No sé dónde nací. Lo primero que
recuerdo es que estaba en un lugar umbrío y húmedo, donde me pasaba el día maullando
sin parar. Fue en ese oscuro lugar donde por primera vez tuve ocasión de poner mis ojos
sobre un espécimen de la raza humana. Según pude saber más tarde, se trataba de un
ejemplar de lo más perverso, un shoshei, uno de esos estudiantesque suelen realizar
pequeñas tareas en las casas a cambio de comida y de alojamiento. En algún sitio he
escuchado incluso que, en ocasiones, esos crueles individuos nos dan caza y nos guisan, y
luego se nos zampan. Aunque he de decir que, debido quizás a mi ignorancia y a mi poca
edad, no sentí nada de miedo cuando lo vi. Simplemente noté que el shoshei en cuestión me
levantaba por los aires en lapalma de su mano, y que yo me sentía flotar. Una vez me
acostumbre a esta novedosa perspectiva, tuve ocasión de estudiar tranquilamente su rostro.
El sentimiento de extrañeza todavía permanece en mí hoy en día. En primer lugar hablaré
de su cara: por lo que yo sabía, las caras de todo bicho viviente suelen estar cubiertas de
pelo. Sin embargo, la suya estaba lisa y pulida como la superficie de unatetera. He
conocido a lo largo de mi vida a muchos gatos, de orígenes diferentes, pero ninguno tenía
una deformidad como la de ese tipo. Pero no sólo era eso. Había más. El centro de su rostro
estaba ocupado por una enorme protuberancia, con dos agujeros en medio por los que, de
vez en cuando, emanaban pequeños penachos de humo; algo que consideré ciertamente
sofocante y fastidioso. Durante unrato me sentí enfermar por causa de esas asfixiantes
exhalaciones. Ha sido sólo recientemente cuando he aprendido que aquel humo era
producido por el tabaco, una cosa que, por lo visto, a los humanos les pirra.
Durante un rato estuve bastante cómodo, allí en su mano. Hasta que, de pronto, las
cosas empezaron a desarrollarse a una velocidad de vértigo. No sabría decir si era el
shoshei quien se movíao si era yo, pero, en cualquier caso, noté que empezaba a marearme
sin remedio y que el estómago se me revolvía. Estaba ya convencido de que mis días
habían llegado a su fin y que el mareo me mataría sin remisión, cuando, de repente, ¡plaf!,
sentí un fuerte golpe y mi visión se nubló con miles de estrellas. Mi discernimiento, claro
hasta ese momento, se nubló. A partir de ahí, por muchos esfuerzosque haga, no me
acuerdo de nada.
Al volver en mí, el shoshei había desaparecido; tampoco había ni rastro de ninguno
de mis numerosos hermanos. Ni de mi madre, que hasta entonces había sido la persona más
importante de mi vida. Cuando me desperté del todo, descubrí que estaba en un sitio
aterrador. Comparado con mi antigua madriguera, aquel lugar estaba excesivamente
iluminado. De hecho era tan...
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