Soy Maestro Misionero
Mi labor nada tiene que ver con la religión, aunque muchos así lo imaginan cuando escuchan o leen su nombre: las Misiones Culturales. Y es que, pensando un poco más alrespecto, quién sabe si mi trabajo en realidad tenga algo que ver con lo religioso. Y no por lo que ustedes pudieran llegar a pensar, sino que me refiero al alto nivel de entrega que se exige para cumplircon la misión de la misión.
Para ser lo que soy, para hacer lo que hago, no me pidieron gloriosos títulos nobiliarios. Me dijeron que lo que requerían de mi persona no se podía respaldar con ningúndocumento. Me comentaron que eso se lleva muy adentro, casi pegado al alma y al corazón y que se manifiesta en el trato de servicio con los demás.
Y renuncié al asfalto y al ruido de la ciudad.Desistí de sus salones suntuosos y equipados. Decidí no trabajar dentro de sus recintos elegantes y climas artificiales. Renuncié al anonimato del hombre de la urbe, el que se diluye entre la muchedumbrecotidiana. Huí de sus prisas inútiles que enferman y matan prematuramente. Escapé de sus largas y eternas filas y de los arrebatos desesperados de la gente que transita por sus calles sin mirar a nadie,como domesticados solo para desarrollar la habilidad de poder distinguir los tres colores que controlan el tráfico.
Me fui a vivir al medio rural, a recorrer sus caminos de tierra, a respirar supolvo, a compartir las tristezas y alegrías de su gente. Decidí estar para siempre entre ellos, para apoyarles en sus apuros, para embeberme de su pobreza que se expande imparable.
Renuncié a lacuriosidad por explicarme el mundo en sus contradicciones. Dejé de invertir tiempo en querer indagar las causas de una sociedad injusta; perdí la esperanza de que una revolución social terminara con ladesigualdad imperante. Dejé de criticar a los grandes capitalistas por la miseria en que vive la inmensa mayoría de la humanidad; no porque ya estuviera de acuerdo con los magnates y sus frívolas...
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