Subjetividad, ciudadania y educacion
No basta con ser otro para ver: ya que desde el punto de vista suyo, el otro es un sí mismo, y todos los demás son bárbaros. La exotopía debe vivirse desde el interior; consiste en el descubrimiento, en su corazón mismo, de la diferencia entre mi cultura y la cultura, mis valores y los valores. Se puede hacer este descubrimiento para sí, sin abandonar enningún momento la tierra natal, apartándose progresivamente –aunque no del todo– del grupo de origen; se puede acceder también a través del otro, pero en este caso antes hay que realizar igualmente un examen de sí mismo, única garantía para poder dirigir hacia él una mirada atenta y paciente (Todorov, 1993: 35).
Con este fragmento extraído del libro subjetividades políticas apuestas en investigaciónpedagógica y educativa, nos permitimos situar la reflexión sobre la subjetividad y la intersubjetividad como conceptos fundamentales en la pretensión de preponderar el reconocimiento identitario como un elemento consustancial a la construcción de culturas políticas. En este sentido partimos de la idea de que la identidad no es un atributo natural por tanto corresponde a una construcción humanaque nace como producto de las relaciones intersubjetivas en las cuales se esta destinado subrayar la diferencia entre lo propio y lo ajeno.
La identidad sin duda representa una especie de límite de diferenciación que simboliza la representación que tiene el hombre sobre si mismo en concordancia a su relación con el otro. Y es gracias al reconocimiento de dicha identidad que es posible hablarde procesos colectivos que vinculen a los sujeto al ejercicio de la ciudadanía,” no se puede pensar en objetividad sin subjetividad…” “equivale a admitir lo imposible: un mundo sin hombres; tal como lo implica la otra ingenuidad del subjetivismo que implica los hombres sin mundo”
De este modo, “la apelación al “recurso” de la identidad comporta una dimensión fuertemente política expresada enla idea de la ciudadanía, la cual presupone la existencia y perdurabilidad de la estructura del Estado-nación. La lengua, el género, la religión, la raza y la frontera territorial no son suficientes para articular apuestas colectivas homogéneas y dejan de ser contenedores sociales justamente ante la emergencia de otras voces históricamente acalladas, de otras formas de vida”.
La formaciónciudadana ha de salirse entonces de los márgenes de las ideas civilistas en las que la inclusión social responden a la creación de herramientas jurídicas que regulan la convivencia pacífica entre los distintos grupos culturales. Bajo la idea del Estado-nación la inclusión se da en un sentido restringido, por cuanto sólo puede ser incluido lo que es susceptible de integración, es decir, aquelloque se asemeje a lo históricamente instituido.
La lucha por la identidad, en este contexto, “es una lucha por el reconocimiento recuperación de lo marginal, de lo que ha sido excluido como lo otro y, en aras de tal alteridad, ha sido puesto bajo el juicio implacable según el cual “deben ser como nosotros”.
En este sentido la formación ciudadana ha de ser entendida como una praxis liberadoraen la que más allá del activismo y el verbalismo como lo plantea Freire se parta de la acción y la reflexión. Teniendo de presente que solo en su solidaridad en que lo subjetivo constituye con lo objetivo una unidad dialéctica es posible hablar de una praxis autentica. Hablaríamos entonces de la recuperación de lo propio y lo extraño como constituyentes de una misma historia tejida conmúltiples hilos.
Se trata de entender que la formación como un acto educativo sea cual fuere su motivación, se transforma en un acto de invención y reinvención, en la búsqueda inquieta, impaciente, permanente que los hombres realizan en el mundo, con el mundo y para el mundo. Esta educación debe ser problematizadora, en un esfuerzo permanente a través del cual los hombres van percibiendo,...
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