Subscrito De Novela
Durante unos minutos interminables, permaneció sentada al volante con la mirada perdida. Mientras, las palabras del médico retumbaron en su cabeza:
«Embarazada de ocho semanas».
Por Dios Santo, ¿cómo iba a estar embarazada?
Una pequeña risa histérica escapó de sus labios.Sabía muy bien cómo... Lo que no entendía era el porqué. Llevaba un tiempo tomando la píldora y no la había olvidado ni en una sola ocasión.
El doctor le había dicho que no había nada infalible, sobre todo, cuando se daban ciertas circunstancias. Y parecía que ella había pasado por una de ellas: la gastroenteritis. Durante los días que le duró, no paró de vomitar y, por lo visto, también había devuelto la píldora quedándose sin protección.
¡Dios Santo! El gemido fue inaudible al retumbar en su mente. ¿Qué iba a hacer?
Tenía veintisiete años y era una buena abogada. Tenía una carrera y un compañero y la vida bien planificada...
En su agenda no tenía previsto ningún embarazo.
Cerró los ojos y los volvió a abrir.
¡Jared! El corazón le dio un vuelco. ¿Cómo reaccionaría?
De una cosa estabasegura: su sorpresa sería tan grande como la de ella.
¿Aceptaría él su paternidad?
Por su mente pasaron unas cuantas imágenes, desde el entusiasmo y el apoyo... hasta el otro extremo de la gama de emociones.
«No», gritó una voz en su interior. Desde luego, no pensaba abortar. Sin pensarlo, se llevó una mano protectora al vientre.
No le cabía la menor duda de que aquel niño era de Jared, perotambién era de ella. Y no le importaba lo que él dijera al respecto; pensaba quedárselo. La vida como madre soltera no sería un camino de rosas, pero se las arreglaría.
¿Y si Jared le ofrecía que se casaran? Claro, como si los elefantes volaran, se respondió con ironía.
Estaba claro que su relación era algo serio, que había compromiso sin la bendición del matrimonio.
Hasta aquel momento, ellahabía estado de acuerdo con el pacto.
Pero, ahora, había una tercera vida que tener en cuenta. Tendrían que tomar decisiones. Solo entonces sabría qué dirección tomar.
Sin pensarlo mucho, agarró su bolso y sacó el teléfono móvil. Después de mirarlo un rato, lo volvió a guardar.
Jared tenía un juicio y tendría su móvil desconectado. No podría hablar con él hasta por la tarde.
Además, ese tipo denoticias debían darse en persona, no por teléfono.
Podía preparar una cena especial, con velas, ponerse un vestido provocativo y seducirlo durante la cena. Después, soltaría la noticia durante el postre.
Pero esa noche no podía ser. De sus labios escapó una palabrota muy poco femenina al darse cuenta de que habían quedado para cenar fuera. Se trataba de una reunión organizada por el colegio deabogados, una de tantas.
Y, desde luego, no podía dejar caer la noticia mientras charlaban con sus colegas en el vestíbulo del hotel. Quizá podía susurrársela al oído entre el primer plato y el segundo. Aunque, pensándolo mejor, no era una buena idea; podía ahogarse del susto.
Lo mejor sería ser más cauto. Siempre podría ir a una boutique para bebés, comprar un par de patucos y ponérselos en laalmohada. ¿No era aquello sutil?
Sin darse cuenta, la mente voló hacia el hombre que le estaba causando tantas preocupaciones... y no supo si reír o llorar.
Jared North era uno de los abogados más solicitados de Brisbane. Tenía treinta y siete años y era un hombre brillante en su campo. Con su habilidad podía hacer tartamudear al peor de los delincuentes y hacer trizas el argumento de cualquierabogado con el que se enfrentara.
Lo había conocido hacía tres años, en una cena del colegio de abogados. Su reputación lo precedía y, aunque lo había visto en foto en los periódicos, nada la había preparado para cuando lo vio en carne y hueso.
En cuanto lo divisó al otro lado de la habitación, sintió que se derretía por dentro. Su altura, sus hombros, su gallardía, cómo le sentaba el traje...
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