Suciedad, sociedad controlada
M, caminaba despreocupadamente por el extenso camino de la plaza; de telón, los verdes árboles armonizabanperfectamente con el leve canto de los pájaros. M bota el envoltorio de chicle en el tarro específico de papeles:
-En tiempos de crisis hay que reciclartodo-piensa mirando el putrefacto suelo de vagabundos reutilizados- todo lo inservible.
Continuó su camino y toma un respiro, dejando atrás la oscura yostentosa sala de premiaciones:
-¡Felicidades!- decía el animador del certamen- Ha sido usted el ganador del gran premio por ser el único hombre capazde caminar y comer chicle a la vez. Además de una bonificación de grandiosos $15. Felicidades.
Su vida ahora era dichosa. Quince pesos y unpremio, además del reconocimiento social que hacer dos cosas a la vez le otorgaban. Pero M no pensaba, M solo caminaba.
Sin embargo se enfrentó a unaencrucijada. Cruzar la calle. Para ello tendría que detenerse, mirar a ambos lados y avanzar. Pero M no sabía hacerlo. Mera inútil. M sabía caminar,caminar y comer chicle.
Él avanzaría por la calle y no le sucedería nada. No pasarían autos. En estos momentos M era importante, peligroso, no podíamorir. Claro, hasta que llegara a la mitad de la calle y cayera su cuerpo sin vida en la acera.
Así es que entonces, M no cruzó la calle ¿para que morirsi se tenía un premio? Hahaha. Dio la vuelta, y caminó hacia la plaza. Un paso, dos, tres, una profunda punzada en el corazón, y M encontró su fin.
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