Supercaligragilística

 Punta hueca.



Hoy, la tierra se tiñe de rojo.

Hoy su cuerpo se desploma, exánime, sin pulso ni voluntad, desamparado bajola atónita mirada del magnificente árbol que le vio caer a los pies de su verdugo, instantes auspiciados por un cielo ceniciento repleto de nubes, que conmovidos por su dolor rompen a llorar.

Hoy, la cordura y la racionalidad queantaño regían su mente ondean bandera blanca y sucumben frente a la demencia. Agonizante cae de rodillas ante su asesino para dedicarle unas últimas palabras antes de partir, hacia un mundo, dondelas almas se revuelven en sus propios actos y se lamentan de aquello que nunca llevaron a cabo. Allí donde todos se percatan de lo corta que es la vida. Allí donde los espíritus interpretandanzas macabras, entre las cadavéricas ruinas de lo que un día fue su cuerpo, mientras esperan impacientes la llegada del alma de otro mortal con la que poder distraerse durante susempiterna condena.

La angustia forma un nudo en su garganta que le impide respirar, mientras la sangre inunda sus pulmones como una balsa de aceite. Y mientras nota como su vida se apagalentamente comprende, solo al final, que la vida no había sido más que broma macabra y que nada, nunca había tenido un verdadero sentido. Balbuceando y ya fuera de sí, escupe sus últimas palabrasentre un manantial de lagrimas teñidas de rojo que brotan desde unos ojos grises.

-¡¡¡La pizza no es un vegetal!!!
No me arrepiento de nada...

La fría mirada de su ejecutor, exentade compasión pero repleta de ira y sed de sangre, se clava en una expresión de indiferencia por parte de su víctima. Y sin pensar, su tembloroso dedo ejecutor presiona el gatillo y deja ala bala esprintar a través del cañón para, finalmente perforar el cráneo de su presa y da fin a la sanguinolenta escena.

-¡¡¡BANG!!



La vida es para los condenados...