Sylvie le poulichet. toxicomanías y psicoanálisis. las narcosis del deseo. bs. as. 1991. amorroutu editores. cap. vi: “de un imposible tratamiento de la toxicomanía a la elaboración de la transferencia”.

Páginas: 8 (1789 palabras) Publicado: 20 de febrero de 2012
SYLVIE LE POULICHET. Toxicomanías y psicoanálisis. Las narcosis del deseo. Bs. As. 1991. Amorroutu editores. Cap. VI: “De un imposible tratamiento de la toxicomanía a la elaboración de la transferencia”.

Los toxicómanos recuren a un terapeuta o a un analista cuando la operación del farmakon ya no garantiza anestesia o cuando la prótesis ha dejado de ser adecuada debido a alguna coyuntura, quepara cada quien, depende de una configuración precisa del impasse. Y este desfallecimiento no por fuerza implica que se detenga el consumo de droga. Muchos toxicómanos mantienen un dispositivo de autoconservación paradójica, que al vacilar el montaje (en el que se pierden como sujetos, deseantes, pero al mismo tiempo se conservan, en una forma de goce), da oportunidad a que la figura de unterapeuta sea solicitada.

Es preciso diferenciar progresivamente el toxico de la droga en el interior de cada caso. Aunque una operación de farmakon ya no cumpla perfectamente su función, un montaje de toxicomanía puede empero subsistir en el marco de la cura. Pero encuentra ahí inscripciones nuevas, sobre todo temporales. Y es la manera particular en que ese montaje pueda anudarse en el lugar de lacura lo determinante para la posibilidad de constitución de una transferencia analítica. Es necesario pensar los lugares singulares de irrupción del toxico en la palabra. Es decir, distinguir entre la utilización de sustancias químicas y el puesto que ocupa el toxico en el discurso.

Iniciar una cura psicoanalítica es en definitiva dar un paso asaz singular, que obedece más a una elección que auna indicación. Para todo individuo la oportunidad de emprender una cura analítica no depende de la cualidad del síntoma o del montaje que exhiba, sino, mucho más, del estilo de la demanda que el dirija y sostenga. Es en el momento de las entrevistas preliminares cuando se puede elaborar el lugar propio de la demanda, un tiempo necesario para la reapropiación y subjetivación de la misma.

Lacuestión de la abstinencia en los textos freudianos se manifestó ante todo a propósito del problema de la transferencia y de lo exigible por la técnica psicoanalítica. Freud señala que el psicoanalista rompe la regla de abstinencia si se cree el destinatario de ese amor o aporta una satisfacción a la demanda del paciente.

Por mi parte, considero que hace falta siempre “irrealizar” el uso de ladroga en el marco de la cura para que esta tenga alguna posibilidad de no revestirse de una diversidad de determinaciones imaginarias. “Irrealizarlo” de manera que aquella no termine por cristalizar sobre todo esa lucha imaginaria entre el analista, analizante y la Droga, como un tercero que lo pondría en jaque al analista. Porque si en lo sucesivo existe un tercero por excluir se fundara un pactoentre analista y analizante que inaugura una secuencia escénica de la que ya no se podrá salir.

Si el analista cree en este “Otro tercero” que amenazaría al paciente y a la vez lo amenazaría a el mismo, anula sin saberlo la potencia del único tercero en que podría fundarse la cura: el Otro simbólico cuyo puesto el indica con su propia “abstinencia”.

Entonces en la cura analítica no nosrelacionamos tanto con el producto toxico cuanto con la puesta en escena imaginaria de sus efectos en el campo de la transferencia. En caso de que un individuo consumidor de drogas articule el mismo una demanda de análisis, ese lugar analítico no podrá instaurarse en rivalidad con otra “practica”. Porque, aun si esta configuración de una competencia del analista con la droga puede ser imaginariamenteprivilegiada y puesta en escena por el paciente, esto debe poder quedar circunscrito a su propio fantasma. Parece que, cuando el analista no acude a ocupar ese lugar imaginario, las coyunturas de la adicción resultan, para empezar, desplazadas.

En primer lugar, parece esencial que el analista pueda situarse de tal modo que no esté en posición de prohibir o de prescribir nada, y el paciente...
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