Sólo Somos Tiempo

Sólo somos tiempo. por Juan Cardoso

Estoy mirando los días de mi incertidumbre, aquellos días en los que la nada lo era todo por lo sensible que se tornaba la ignorancia en esos inhóspitos momentos de adolescente en donde uno cree saberlo todo. Recuerdo con aires claros el clima de aquella noche por lo peculiar de la temporada invernal en su fase terminal.Promediaba febrero, era una de esas noches locas de ligera llovizna que detestas en diciembre, pero, añoras en verano, sin embargo. Sentir la tibia brisa que acaricia tu rostro, sabiendo que la tienes que guardar en tu alma para usarla de abrigo en las noches frías de agosto, es acogedor. Cerré mis ojos y pensé plácidamente: soy feliz, ha sabiendas que uno siempre tendrá sed de algo más, uno debe dedisfrutar todo lo aprendido, y yo, pese a la impaciencia por la inestabilidad, aprendí a esperar la primavera. Los años me han traido, además de la carga amontonada de los años en la espalda, la paciencia de saber que la juventud, un día la tomamos en una estación, nos subimos con ella en un vagón y, nosotros volvemos, pero ella se queda en la estación de las flores. Por eso debe ser que no vuelvemás, debe quedar prendida en la emoción de las navidades, en el alboroto de un beso, en la charla con los amigos, en la sonrisa de mamá, en la mirada de un bebé, en una fotografía, en el primer viaje... en la inmensidad del mar

Entre tanto recuerdo no me había percatado de las magnitudes espaciales que rodeaban mi humanidad. Sin recordar más que la aurora, no reconocía prácticamente nada sobreestos litorales, y, no obstante, estaba completamente desorientado. Empecé a caminar en lo que a mi entender sería el norte, pero sin motivo alguno, y sin nada que me inquietara, empecé a dudar de todo lo que aun no podía ver, así que, di un paso en alto y reestructuré mis ideas. Inmediatamente se me vino la inquietud de que quizá estuviese recorriendo el lugar justamente en sentido longitudinal, asíque me detuve, miré hacia mi diestra, volteé a la siniestra y, no encontrando referencia alguna que pudiera indicarme qué extremo estaba más cerca, tomé el rumbo de lo que sería el poniente si suponía, como decidí hacerlo, que originalmente me hubiese estado moviendo hacia el norte. Tal decisión tomé simplemente porque recuerdo haber escuchado alguna vez que el hombre, al transitar sin rumbopredeterminado o hallarse plenamente perdido y en busca de algún punto de referencia, tiende sobre todo a doblar a la derecha, no se sabe por qué. El caso es que yo, renuente a seguir los pasos del resto, procuro más izquierdas que derechas en situaciones de deambulación, por fantásticas que estás parezcan.

Caminé y caminé, ya no supe si más o menos que en mi primer intento, y no tuve éxito. Nolograba ver más allá de la nada, sin embargo, si logré escuchar un ruido un tanto lejano. Era un sonido medio familiar, como rasgando cartón. Yo traté de averiguar de donde provenía dicho ruido pero entre más caminaba, el ruido más se intensificaba dando la impresión que se originaba de todos lados.

-¿Quien es? - Pregunté
-Tu ayer – Una voz, con timbre melancólico y tono entre cortado, se dirigíaa mi. Las lágrimas salieron sin querer de mis ojos
-Ya no te esperaba
-¿Quieres volver?, el tren pasa esta noche. Parte de aquí, estación 26, sin parar a la estación 18.
Sentí un escalofrío. Lo estaba pensando, cuando el ruido del cartón se volvió más sagaz. Inmediatamente otra voz más grave y densa interrumpía nuestra charla.

-¿Quién eres tú? – le pregunté un tanto molesto a aquellainoportuna voz.
-Tu futuro – burlándose, continuaba su osadía.
-¿Que me deparas? – confundido, seguí con el juego.
-Lo que te falta por vivir. Escúchame y lo sabrás.

Traté, entonces, de buscar desesperadamente mi presente. Corrí derecho por todo el poniente tratando de encontrarlo. Solo vi mi sombra decaída, un poco más que desquebrajada y con un ligero semblante de molestia. Todo eso producto...