Tal vez.

Páginas: 8 (1881 palabras) Publicado: 19 de noviembre de 2014
-¿Porque mi padre me haría una cosa semejante? Pensé que me quería- le comento Luise Kyles al hombre que había sido abogado y amigo de su padre desde que tenía memoria.

Que este hombre se hubiera confabulado con su padre intensificaba el dolor y la sensación de abandono que ella sentía.

No es por que necesitara nada para aumentar el pesar que experimentaba. Tres horas antes había estadojunto a la tumba de su padre observando con los ojos secos como bajaban el ataúd a la tierra. Solo tenía dieciocho años y ya había visto más muertes que la mayoría de la gente en toda su vida. Su padre estaba muerto, sus abuelos estaban muertos, su hermano estaba a más de tres mil kilómetros de distancia y su madre… dios sabe donde estaría su madre.

-Luise -le respondió el abogado con voz suavey conciliadora-, tu padre te quería. Los quería a ti y a tu hermano más que a su vida misma, y por eso que te pidió esto.

Ahora, mientras observaba a Luise en la biblioteca de su padre, sentía pesar en el pecho al recordar como trato de persuadir a John Kyles sobre este testamento, sin conseguirlo. Cuando John hizo este último testamento pesaba cuarenta y dos kilos y apenas podía hablar.

-Le debo una oportunidad -había susurrado Dave-. Le quite la vida y ahora voy a devolvérsela. Se la debo.

-Luise es una mujer joven. Tiene dieciocho años John, legalmente puse tomar sus propias decisiones –le había respondido el abogado, aunque podría no haberle dicho nada, ya que John no le prestaba atención; su decisión estaba tomada.

-Es solo por un año. Eso es todo lo que le pido. Leencanta Albertville.

Odia Albertville, pensó el abogado pero no emitió su opinión. Conocía a Luise desde que nació. Cuando era una niña la llevaba a caballito sobre su espalda y la había visto reír y jugar como otros niños. La había visto correr carreras y hacer travesuras con su hermano y la había visto complacida cuando obtenía una buena calificación en un examen y llorar en los brazos de supadre cuando no lo había conseguido. Había crecido como una chica completamente normal.

Pero al mirarla ahora, unas horas después del funeral de su padre, podía ver en lo que se había convertido: una mujer vieja en el cuerpo de una mujer joven, ocultando su belleza bajo un decoroso traje negro que hubiera quedado bien a alguien tres veces mayor. En realidad, parecía hacer todo lo posible paraocultar su femineidad: traía el cabello castaño despeinado, se maquillaba poco o casi nada, y su piel estaba pálida por la falta de sol y actividad los últimos meses. Pero peor que su apariencia exterior era su estado de animo; desde hacia tiempo Luise rara vez sonreía y no podía recordar la última vez que la vio reír.
Y cuando reía, pensó, era muy, muy bonita. Su pensamiento retrocedió unos añosatrás, antes de que John enfermara y su hermano se fuera a estudiar medicina a Escocia, cuando regreso a su casa después del instituto.

Estaba hablando por teléfono y ella no sabia que había alguien más. De pies junto al mesón de la cocina, con un vaso con té helado en sus manos, el abogado estaba a punto de saludarla, cuando noto el sonrojo en sus mejillas y una sonrisa genuina en sus labios.Entonces se permitió observo con admiración a la joven que había visto crecer durante años. Sabia por boca de su Padre que Luise había pasado el Verano en Albertville con sus abuelos Maternos, pero algo debió de haberle pasado porque desde que regreso se había soltado el cabello que siempre llevaba recogido con una coleta, y sus ojos de color avellana se había tornado brillantes bajo esas pestañasgruesas. Nunca había notado que sus labios eran carnosos o que su nariz era delicadamente respingada. Tampoco había reparado en que tenía un cuerpo que debería haber sido inmortalizado en alguna revista. Luise era la envidia de todo el Instituto General Claude Monet.

Años más tarde estaba sentado con la misma niña que ahora era una mujer, discutiendo el Testamento de su padre.

-No quiero...
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