Tan violentamente dulce: salud y violencia, una propuesta de análisis escalar

“Jamás, señor ministro de salud, fue la salud más mortal”.
César Vallejo
2003. Jorge Murillo, desplazado por la violencia de Istmina, Chocó, ve desde la estación Prado del Metro de Medellín incendiarse su ‘rancho’ en Mano de Dios. Dos años después, el negro de sonrisa calida, estrena casa en Nuevo Amanecer, corregimiento de Altavista, lugar en el que fueron reasentadas las familias víctimasde esta tragedia que enlutó el Centroriente de Medellín.
2010. A Jorge se le ha borrado la sonrisa de su cara. Está enfermo, no tiene trabajo y está siendo amenazado por grupos delincuencias que operan en el barrio. Decidido y dispuesto a perderlo todo, como ha empezado a acostumbrarse, se desplaza nuevamente. Llega a Montería, en Córdoba, y pocos días después de estar allá un dolor de estómagole recuerda que eso de cumplir sueños parece haberle sido un derecho negado.
2010. Un negro llega enfermo a un hospital en Montería. No lo atienden porque no tiene papeles. La salud se acaba. A Jorge, se le ha apagado la luz. Una mujer y varios menores de edad lloran en Medellín la muerte de aquel que fue esposo y padre al mismo tiempo, mientras tanto piensan en cómo van a traer el cuerpo desdeun lugar tan lejano.
La muerte de Jorge no se registró en los noticieros y tampoco en los periódicos. Mucho menos figuró entre los libros que reportan las muertes violentas. La muerte de Jorge, pasó por alto.
Como esta son varias las historias que en Colombia pasan desapercibidas y que directa o indirectamente vinculan la violencia y el derecho a la salud. Aspecto que puede ser analizadomediante una metodología de estudio escalar.
Esto se ratifica al leer informes como el redactado por Esperanza Echeverri López en el año 2002, titulado “La salud en Colombia: abriendo el siglo y la brecha de las inequidades”, el cual fue presentado en el panel “Panorama de la salud pública en Colombia”, que se realizó en la ciudad de Bogotá.
En este, la académica afirma que los resultados de losestudios expuestos, muestran que “los principales problemas de salud del país son las muertes violentas, responsables de la mayor mortalidad temprana, la pervivencia de inequidades en el estado de salud y en el acceso a los servicios de salud, y la vulnerabilidad de los niños, las mujeres, los jóvenes y especialmente de los más pobres, y de la población de la zona rural” .
En este mismo informe,la autora deja una sugerencia en la que propone avanzar en una tarea política: la construcción de la salud como un asunto de interés público, que es considerado a su vez parte del camino integral en una perspectiva incluyente y equitativa.
En otras palabras, hace ya 10 años, Echeverri López, proponía una política integral donde el sector salud estuviera vinculado a una estrategia compacta decalidad y bienestar.
Puede afirmarse entonces que hablar de violencia implica, en algunos casos que demandan la atención y la reflexión académica, hablar de salud, sea esta mental, física o pública.
Independiente de la arista de este derecho fundamental que sea abordada, queda claro que dentro de esta propuesta de estudio es necesario apelar a una metodología escalar que posibilite un diálogoentre el diseño, la recolección y el análisis de la información que vinculen a la salud y la violencia.
Aunque los análisis escalares suelen hacer referencia constante a la geografía y a las formas como se miran las cosas, este ensayo busca apelar a los planteamientos de Wenceslao Verdugo Rojas, quien recuerda que las mediciones no siempre pueden ser físicas y mucho menos cuantificables,justificando así la existencia de escalas que relacionen valores ordenados correlativamente y que permitan encontrar un punto inicial y un punto final dentro de los estudios sociales.
Este texto buscar realizar una exposición de ideas en la que más allá de una propuesta, puedan visualizarse razones reflexivas que se constituyan en un llamado de atención para que, desde los entornos académicos, se dejen...