tantosssss

La reuni￳n de presidentes del Grupo de R￭o, realizada el viernes 7 de marzo en la Repblica Dominicana, logr￳ desactivar el riesgo de enfrentamiento b￩lico al que se hab￭a llegado en el estrecho lapso de una semana. La declaraci￳n concertada por ellos, en una sesi￳n que comenz￳ con agrias acusaciones y fuertes inculpaciones, permiti￳ recoger por lo menos moment￡neamente los estandartes de guerraque fueron exhibidos en esos d￭as. Pero, como suele ocurrir en estos casos, lo m￡s expresivo de la situaci￳n fueron los abrazos y los gestos de amistad que mostraron los mandatarios al concluir el encuentro. Tanto estos gestos como la declaraci￳n final inducir￭an a pensar que gran parte del problema se debi￳ m￡s a las declaraciones cargadas de adjetivos de los presidentes de Venezuela y Ecuador ya las denuncias arriesgadas del presidente y de otras autoridades colombianas. Pero ser￭a equivocado considerarlo de esa manera, ya que el problema tiene unas ra￭ces que han penetrado profundamente en cada uno de los tres pa￭ses y de las que pueden brotar en cualquier momento nuevos troncos y nuevas ramas.

Es innegable que la cumbre presidencial permiti￳ desactivar la inminencia del conflicto,baj￳ las tensiones hasta conformar un espacio de di￡logo y negociaci￳n e incluso -por medio de las acusaciones y los enfrentamientos- hizo posible una catarsis que aparec￭a como necesaria para saldar ciertas deudas pendientes, tanto en lo personal como en las relaciones entre los pa￭ses. Todo ello es claramente positivo, pero a todas luces insuficiente. Lo que se ha hecho, b￡sicamente, es cerraruna etapa en la que el procesamiento del conflicto originado por la situaci￳n interna de Colombia fue parte de las relaciones bilaterales con cada uno de sus vecinos. La manera en que se produjeron los hechos durante la convulsionada semana coloc￳ el tema en el ￡mbito multilateral o, por decirlo de otra manera, m￡s all￡ de la voluntad de cada uno de los actores: lo internacionaliz￳.

Despu￩s detoda esta vertiginosa sucesi￳n de hechos, quedan planteadas muchas preguntas, tanto acerca de los elementos desencadenantes como de la posible evoluci￳n y las salidas que se puedan encontrar para llegar a soluciones de fondo. Sobre los primeros se ha dicho mucho en estos d￭as, e incluso la misma cita presidencial gir￳ en gran medida en torno a ellos cuando cada uno de los mandatarios present￳ ydefendi￳ decididamente su interpretaci￳n de los hechos. Aunque an hay mucho que aclarar al respecto y a pesar de que es un puzzle al que se van a￱adiendo piezas en la medida en que se va armando, no cabe detenerse en este punto. M￡s importancia tienen los otros interrogantes, aquellos que hacen referencia a la nueva situaci￳n que se abri￳ con la reuni￳n de Santo Domingo. La mayor duda en estesentido surge cuando se trata de avizorar las posibilidades reales que tendr￡n los pa￭ses involucrados para enfrentar adecuadamente la nueva situaci￳n. ￉sta requiere no s￳lo de la voluntad de las partes -que en la reuni￳n de presidentes ha demostrado su importancia- sino tambi￩n la construcci￳n conjunta de los procedimientos y los instrumentos necesarios para consolidar el nuevo campo abierto.

Delconflicto interno al multilateralismo
Es necesario considerar que si el tema lleg￳ a ser tratado en una reuni￳n presidencial con otros objetivos, no fue necesariamente por la voluntad de uno de los gobiernos sino porque, literalmente, rebas￳ las fronteras. La transformaci￳n del conflicto colombiano en un tema multilateral era, por lo menos desde el inicio del Plan Colombia, uno de los objetivos delgobierno de Bogot￡ y, parad￳jicamente, tambi￩n de las FARC. Por razones diametralmente opuestas ambos actores buscaban otro tipo de participaci￳n de los pa￭ses vecinos y en general de la comunidad internacional latinoamericana. Reiteradamente, los gobiernos colombianos de la ltima d￩cada trataron de persuadir a sus pares ecuatorianos de que cambiaran su definici￳n de neutralidad ante el...