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Fue mucho lo que durante el siglo XVI hizo España por el conoci¬miento de las rarezas del Nuevo Mundo. Pasado el asombro deslum¬brado de los primeros contactos,esparcidas las noticias inicia¬les, establecida su situación en el mundo y definida su pertenen¬cia se pudo establecer cómo estas tierras estaban en realidad ofreciendo cosas nuevas y extrañas a lacuriosidad europea que, por extraño que pudiera parecer, no podían ser contempladas con los criterios de la sabiduría y la ciencia clásica. Por otro lado, el público culto europeo se encontraba ávidode noticias sobre lo que se estaba develando en medio de la Mar Océano, tal como lo prueban las múltiples ediciones de las Cartas de Colón y de Vespucio. Los humanistas ardían en deseos de saber cosassobre las hazañas de los navegantes y, sobre todo, conocer algo de las rarezas que se contenían en esas islas. Requerían narraciones precisas, verídicas, que al estar escritas en su propio lenguajeles permitiera satisfacer su curiosidad ilimitada sobre lo humano y lo natural. Exigen que la narración sea realizada por quien sabe ver y quiere hacerlo, por quien “ha deseado saberlas, y por la obraha puesto los ojos en ellas”, como afirma en 1526 el autor del primer panorama general de la naturaleza de las Indias6.
Ver y narrar, contar en términos comprensibles, establecer analo¬gías ypretender definiciones constituye el método de la primera versión de la ciencia natural americana, de aquella que se pudie¬ra calificar de testimonial y descriptiva. En modo alguno pre¬tende ser unconocimiento especializado, ni el momento en que se la realiza ni los objetivos que pretende cumplir se lo permiten. Tanto en las historias naturales de Indias como en las narraciones de los testigos de primeramano se confunden, en mezcla abigarrada y hasta confusa, experiencias del descubrimiento, hechos de la conquista, reflexiones morales con descripciones de animales, plantas, costumbres humanas y...
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