Tarea1
I
En la negra tiniebla se destaca,
Como un brazo extendido hacia el vacío
Para imponer silencio a sus rumores,
Un peñasco sombrío.
Blanca venda de nievelo circunda,
De nieve que gotea
Como la negra sangre de una herida
Abierta en la pelea.
¡Todo es silencio en torno! Hasta las nubes
Van pasando calladas,
Como tropas de espectros que dispersan
Las ráfagas heladas.
¡Todo es silencio en torno! Pero hay algo
En el peñasco mismo,
Que se mueve y palpita cual si fuera
El corazón enfermo del abismo.
Es un nido de cóndores, colgado
Desu cuello gigante,
Que el viento de las cumbres balancea
Como un pendón flotante.
Es un nido de cóndores andinos,
En cuyo negro seno
Parece que fermentan las borrascas,
Y que dormita el trueno.
Aquella negra masa se estremece
Con inquietud extraña:
Es que sueña con algo que lo agita
El viejo morador de la montaña.
No sueña con el valle, ni la sierra,
De encantadoras galas; Ni menos con la espuma del torrente
Que humedeció sus alas.
No sueña con el pico inaccesible
Que en la noche se inflama
Despeñando por riscos y quebradas
Sus témpanos de llama.
No sueña con la nube voladora
Que pasó en la mañana
Arrastrando en los campos del espacio
Su túnica de grana.
Muchas nubes pasaron a su vista,
Holló muchos volcanes,
Su plumaje mojaron y rizaron Torrentes y huracanes.
Es algo más querido lo que causa
Su agitación extraña:
Un recuerdo que bulle en la cabeza
Del viejo morador de la montaña.
En la tarde anterior, cuando volvía
Vencedor inclemente,
Trayendo los despojos palpitantes
En la garra potente,
Bajaban dos viajeros presurosos
La rápida ladera:
Un niño, y un anciano de alta talla
Y blanca cabellera.
Hablaban en voz alta,y el anciano
Con acento vibrante:
«Vendrá, exclamaba, el héroe
predilecto, De esta cumbre gigante.»
El cóndor, al oírlo, batió el vuelo;
Lanzó ronco graznido,
Y fue a posar el ala fatigada
Sobre el desierto nido.
Inquieto, tembloroso, como herido
De fúnebre congoja.
Pasó la noche, y sorprendiólo el alba
Con su pupila roja.
II
Enjambre de recuerdos punzadores
Pasaban en tropelpor su memoria,
Recuerdos de otro tiempo de esplendores,
De otro tiempo de gloria,
En que era breve espacio a su ardimiento
La anchurosa región del vago viento.
Blanco el cuello y el ala reluciente,
Iba en pos de la niebla fugitiva,
Dando caza a las nubes en Oriente;
O con mirada altiva
En la garra pujante se apoyaba
Cual se apoya un titán sobre su clava.
Una mañana -¡inolvidabledía!
Ya iba a soltar el vuelo soberano
Para surcar la inmensidad sombría
Y descender al llano,
A celebrar con ansia convulsiva
Su sangriento festín de carne viva-,
Cuando sintió un rumor nunca escuchado
En las hondas gargantas de Occidente:
El rumor del torrente desatado,
La cólera rugiente,
Del volcán que en horrible paroxismo
Se revuelca en el fondo del abismo.
Choque dearmas y cánticos de guerra
Resonaron después. Relincho agudo
Lanzó el corcel de la argentina tierra
Desde el peñasco mudo;
Y vibraron los bélicos clarines,
Del Ande gigantesco en los confines.
Crecida muchedumbre se agolpaba
Cual las ondas del mar en sus linderos;
Infantes y jinetes avanzaban
Desnudos los aceros,
¡Y atónita al sentirlos la montaña,
Bajó la frente, y desgarró suentraña!
¿Dónde van? ¿dónde van? ¡Dios los empuja!
Amor de patria y libertad los guía;
Donde más fuerte la tormenta ruja,
Donde la onda bravia
Más ruda azote el piélago profundo,
¡Van a morir o libertar un mundo!
III
Pensativo a su frente, cual si fuera
En muda discusión con el destino,
Iba el héroe inmortal que en la ribera
Del gran río argentino
¡Al león hispano asió de la...
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