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Pág. 137-178
Osca Wilde
Diana Rubí Velázquez Valenzuela
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EL FANTASMA DE CANTERVILLE Y OTROS RELATOS

EL FANTASMA DE CANTERVILLE
Cuando míster Hiram B. Otis, ministro plenipotenciario de america, compró Canterville Chase, todo el mundo le dijo que cometia una gran tontería, por que no cabia duda de que el lugar estaba embrujado. Incluso el propio lord canterville, que era uncaballero pundonoroso y honrado, se creyo en el deber de mencionar el hecho a mister otis cuando llego el momento de discutir el precio.
-nosotros mismos nos emos abstenido de vivir en este sitio desde que mi tia abuela la duquesa viuda de bolton tuvo un susto del que jamás se recobró, motivado por la impresión de sentir sobre sus hombros dos manos de esqueleto mintras se vestia para la cena. Ellome obloga a decirle, mister otis, que el fantasma ha sido vidto por varios miembros de mi familia, todavía en vida, asi como por el rector de la parroquia el reverendo Augustus Dampier, miembro de king´s College de Cambridge. Después del desgraciado accidente sufrido por la duquesa, ninguna de las doncellas jóvenes quiso quedarse con nosotros, y lady Canterviile difícilmente podía conciliar elsueño, en siertas ocaciones, a causa de los misteriosos ruidos procedentes del corredor y de la biblioteca,
-Milord-contestó el ministro-, me quedaré con los muebles y el fantasma en lo que se valoren. Procedo de u país moderno, donde tenemos todo cuanto el dinero puede comprar, y con toda nuestra juventud recorriendo el viejo continente y llevándose a sus mejores actrices y cantantes; creo quesi quedara en Europa un fantasma, no tardaría en llegar a nuestro país como recidente de uno de nuestros muceos públocos o como objeto de curiosidad en una barranca de feria.
-Siento decirle que el fantasma existe- insistió lord’ Canterville sonriendo-, aunque tal vez se haya resistido a las ofertas de sus audaces empresarios. Hace mas de tres siglos que se les conoce, exactamente desde milquinientos ochenta y cuatro, y suelen aparecer poco antes de la muerte de cualquier miembro de la familia.
-Bueno, lo mismo hacen los médicos de cabecera, lord Canterville. Pero, señor mío, los fantasmas no existen, y no creo que las leyes de la naturaleza vayan a modificarse para dar satisfacción a la aristocracia inglesa.
- Ustedes los americanos son muy naturales- contesto lord Canterville, que noacababa de comprenderla ultima observación de míster Otis-, y si no le preocupa tener un fantasma en la casa, mejor que mejor. Recuerde solamente que le previne.
Unas semanas mas tarde se hizo efectiva la compra, y al terminar la season, el ministro y su familia se instalaron en Canterville Chase. Mistress Otis, que con el nombre de miss Lucretia R. Tappan, de West 53 Street, había sido una delas celebres bellezas neoyorquinas, era ahora una mujer guapísima, de ojos magnificos y perfil soverbio. Muchas damas americanas adoptan, al abandonar su país natal, aires de enfermas crónicas suponiendo que esta es una forma de refinamiento europeo, pero mistress otis no cayó jamás en semejante error. Tenia una salud magnifica y una extraudinaria vitalidad. En verdad, en muchos aspectosparesiacompletamente inglesa y era un exelente ejemplo de que hoy en dia lo tenemos tosdo en común con america, exepto, claro está, el lenguaje.
Su hijo mayor, al que sus padres bautisaron con el nombre de Washington en un arranque de patriotismo que el no cesaba de lamentar, era un muchacho rubio y guapo que había hecho meritos para pertenecer a la diplomacia americana por el hecho de erigirse un arbitrode los bailes del casino de Newport durante tres temporadas sucesivas y que incluso en Londres se le tenia por un bailarin excepcional. Sus únicas debilidades eran las gardenias y los títulos; en lo demás era extremadamente sensato. Virginia E. Otis era una chiquilla de quince años, esbelta y agil como una gacela y con una expresión audas en sus azules ojos. Era una amasona perfecta que una vez...