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Entre la enorme y muy variada producción de sonetos escritos en castellano durante el Siglo de Oro, los cinco sonetos deSor Juana Inés de la Cruz que vamos a examinar ocupan un lugar especial. Estos cinco sonetos pertenecen a la producción temprana de Juana ya que aparecieron todos juntos, y en el orden queseñalaremos, en Inundación castálida (Madrid, 1689)209, la primera edición de las obras antiguas de la monja, que se debe a la amistad y al cuidado de su gran amiga la marquesa de la Laguna, María Luisa Manriquede Lara, condesa de Paredes por propio título. Tengamos en cuenta, pues, que la difusión de la obra de la jerónima nació al calor de inquietudes e identificaciones femeninas.
La monja fue, desde elSiglo de Oro hasta hace unos treinta años, la única mujer escritora considerada con suficiente mérito para estudiarse junto a los grandes poetas masculinos. Era fácil percibir en los sonetos suyos,que se codeaban en las antologías con los de los grandes maestros de su tiempo, su alto conocimiento del canon poético, la perfecta destreza de su hechura. Sin embargo, hasta hace unos —154→ cuantosaños, con el incremento de los estudios dedicados a la mujer, no habíamos cabalmente comprendido lo obvio: que la singularidad que percibíamos en la obra de Sor Juana, y ahora hablando de sus sonetosen particular, se debía a que eran el producto de la mente de una mujer, que el sello especial que la monja mexicana le daba a sus versos era el reflejo de la constante preocupación y defensa de susexo, preocupación que rigió su vida, ya sea que se expresara en forma abierta o disimulada. Volveremos luego a este punto.
Estos cinco sonetos de que hablamos son los que Alfonso Méndez Plancarteagrupó bajo la etiqueta de «histórico-mitológicos»210; tratan del destino trágico de tres mujeres pertenecientes a la historia romana: Lucrecia, el prototipo clásico de fidelidad conyugal, a la que...
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