Tareas
Caballeros despreocupados que se jactan deconocer varias jugadas, y que están acostumbrados a ponerse a tono con las circunstancias, manifiestan la amplia gama de su capacidad para la aventura observando que sirven para todo. desde el juego al homicidio; entre cuyos opuestos extremos caben, sin duda, una extensa y diversa variedad de temas. Sin aventuramos a pretender para Scrooge una intrepidez como ésta, no nos importa llevar a vuestroconvencimiento que estaba dispuesto a una amplia serie de extrañas apariciones, y que nada de lo que pudiera encerrarse, desde un infante a un rinoceronte, le hubiera causado gran sorpresa.
Ahora bien: hallándose preparado para casi todo, no estaba dispuesto para nada; y, por consiguiente, cuando la campana dió la una y no surgió figura ninguna, comenzó a temblar violentamente. Cinco minutos,diez minutos, un cuarto de hora transcurrieron, y nadie llegaba. Todo este tiempo permaneció tendido en la cama, como núcleo y centro de un resplandor de tono rojizo que se derramó sobre él tan pronto como el reloj dió la hora, y que, por ser luz tan sólo, resultaba más alarmante que una docena de fantasmas, ya que se sentía impotente para descifrar lo que significaba o en qué pararía aquello, Aveces receló de ser en aquel preciso instante un interesante caso de combustión espntánea, sin tener el consuelo de saberlo. Por fin, sin embargo, comenzó a pensar -como vosotros o yo hubiéramos pensado desde un principio, pues siempre es la persona que no se halla en el trance la que se da cuenta de lo que debiera haber hecho, y la que lo haría, sin duda-, por fin, digo, comenzó a pensar que elorigen y secreto de esta luz fantasmal pudiera hallarse en la habitación contigua, de donde, al investigar de nuevo, parecía proceder su brillo. Y como esta idea se apoderase por completo de su imaginación, se levantó silenciosamente y corrió en zapatillas hasta la puerta.
En el momento en que la mano de Scrooge se posaba sobre la cerradura, una voz extraña le llamó por su nombre y le ordenó queentrase. Obedeció.
Aquélla era su habitación; de esto no cabía duda. Mas había sufrido una transformación sorprendente. Las paredes y el techo se hallaban colgados de tal modo con un verde vivo, que parecía un bosquecillo en el que, por todas partes, resplandecían luminosos frutos. Las lozanas hojas de acebo, muérdago y hiedra devolvían reflejada la luz, como si se hubieran repartido otrostantos espejillos, y en la chimenea se alzaba, crepitante, una potente llamarada como no conociera jamás aquel hogar petrificado en tiempos de Scrooge, de Marley, ni en el transcurso de muchos pretéritos inviernos. Amontonados sobre el suelo, formando una especie de trono, veíanse pavos, gansos, piezas de caza, aves, trozos de carne, inmensos perniles, lechoncillos, largas ristras de salchichas,pastelillos de carne, budines de ciruelas, barriles de ostras, castañas asadas, rosadas manzanas, jugosas naranjas, sabrosas peras, inmensas roscas de Reyes y agitadas poncheras que enturbiaban el ambiente del aposento con su vaho delicioso. Comodamente colocado sobre este asiento, hallábase un alegre gigante, de esplendoroso aspecto, que sostenía una reluciente antorcha, en forma no muy distinta del...
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