Tareas

Antología de Leyendas Mexicanas
2012

Las Costillas del Diablo
El Diablo se quería llevar a su casa una piedra, pero era grande, que tuvo que amarrarla con mecates. Trató de arrancarla del suelo de lava volcánica, pero fue tanto su esfuerzo que dejó marcadas sus costillas y al no poder hacerlo, la abandonó.
Al parecer, desde que el Diablo dejó marcadas sus costillas en la tierra, comenzarona suceder cosas extrañas. Se dice que cuando fueron colocadas las campanas en la torre grande, allá por el año 1762, una de ellas se cayó y se hundió en el suelo, quedando allí encantada.
Años más tarde, esta campana trató de ser sacada por los carrancistas pero no tuvieron suerte, ya que entre más intentaban sacarla más se aferraba a la tierra.
Todo coincidía con la aparición del Diablo en laregión, pues se habla también de que en los cerros hacían sus sesiones las brujas y que después salían a chupar la sangre de los niños pequeños, principalmente de aquellos que no estaban bautizados, algo muy común en la Colonia.
También se cuenta de un jinete vestido de negro con botonadura de oro. Dicho personaje se aparecía en algunos caminos sobre su caballo negro, de cuyos cascos y cola sedice, salían chispas. Más tarde corrió la leyenda de que el misterioso jinete seducía con su riqueza a la gente codiciosa, de quien se supone se alimentaba.

La Calle de la Mujer Herrada
Cierta noche en que el buen herrador estaba ya dormido, oyó llamar a la puerta del taller con grandes y descomunales golpes que le hicieron despertar y levantarse más que deprisa. Salió a ver quién era, perezosopro lo avanzado de la hora, pero a la vez alarmado por temor de que fuesen ladrones, y se halló con que los que llamaban eran dos negros que conducían una mula y además llevaban un recado de su compadre el clérigo, suplicándole le herrase inmediatamente el animal porque muy temprano tenía que ir al santuario de la virgen de Guadalupe.
Reconoció, en efecto, la cabalgadura que solía usar sucompadre, y aunque de mal talante por la incomodidad de la hora, aprestó los chismes del oficio y clavó las herraduras correspondientes en las patas de la mula.
Concluida la tarea, los negros se llevaron la mula, pero dándole ya repetidos y crueles golpes, que el cristiano herrador reprendió agriamente su poco caritativo proceder. Al día siguiente, muy de mañana, se presentó el herrador en casa de sucompadre para informarse por qué iría tan temprano al santuario como le habían informado los negros, y halló al clérigo aún recogido en la cama al lado de su manceba.
-Vaya sorpresa compadre- le dijo, -mire que despertarme tan de noche para herrar una mula y todavía se encuentra bajo las sábanas. ¿No hará el viaje?
El clérigo lo miró con extrañeza.
-No he mandado herrar mi mula. ¿Y de qué viajehabla?- replicó el aludido.
Las explicaciones llegaron y al fin de cuentas convinieron en que algún travieso había querido correr aquel chasco al bueno del herrador. Para celebrar, el clérigo quiso despertar a la mujer con quien vivía pero ella no respondió. Movió su cuerpo, el cual estaba rígido, no se notaba respiración en ella. Había muerto.
Los compadres descubrieron a la mujer asombrándosecuando vieron en cada una de las manos y en cada uno de los pies de aquella desgraciada las herraduras con los clavos que el herrero le había puesto la noche anterior a la mula. Repuestos de su asombre, se convencieron de que aquello era efecto de la justicia divina y que los negros eran demonios salidos del infierno.
Inmediatamente avisaron al cura de la parroquia de Santa Catarina, en aquelentonces el doctor Francisco Antonio Ortiz. Volvieron con él a la casa, hallando en ella a Don José Vidal y a un religioso carmelita que también habían sido llamados. Todos miraron con atención a la difunta, quien tenía un freno en la boca y la señal de los golpes que les dieron los demonios cuando la llevaron a herrar convertida en mula.
Ante caso tan aterrador y por acuerdo de los tres respetables...