Tareithas
Prof. Hernando Urriago Benítez
Escuela de Estudios Literarios,
Universidad del Valle.
La interpretación de la obra ensayística de Baldomero Sanín Cano[1] con base en la teoría del ensayo, nos permite mostrar los tipos y los temas de su discurso, así como detenernos –al menos parcialmente—en el carácterinterpretativo de dicha producción intelectual.
En efecto, es mediante el ensayo que el autor antioqueño reinventa el género en nuestro país, planteando nuevos sentidos alrededor de problemas como la lectura, la literatura y la crítica literaria; la civilización occidental, el progreso y el humanismo; la nacionalidad, el hispanismo y el universalismo crítico. Pero nos interesa más el hecho de queSanín Cano actuó como un crítico internacional que alternó entre la preocupación por el devenir nacional y la atención a los grandes asuntos de la cultura hispanoamericana. Su discurso ensayístico fundó un universalismo crítico apoyado en la deconstrucción axiológica de la cultura[2] y también en las características que otorgan especificidad literaria al género Ensayo.
Sanín Cano, el Modernismoy la problematización axiológica de la cultura
Una de las problematizaciones axiológicas de la cultura planteada por Sanín Cano tiene asiento en su condición de intelectual modernista. Decimos “modernista” como adjetivo aplicable sólo a su status de crítico que expresa juicios sobre arte, literatura y vida cotidiana en un primer contexto que es el del Modernismo hispanoamericano, entre1890 y 1926. Pero aquel adjetivo es inútil si pensamos aplicarlo a su condición de ensayista, pues así como nadie llama a Montaigne “ensayista renacentista” ni a Bacon “ensayista empirista” o a Ortega y Gasset “ensayista naturalista” --por aquello de que fraguara sus textos en el contexto del naturalismo español de Galdós y Pardo Bazán--, tampoco diremos que Sanín Cano fue un “ensayistamodernista”, aun sí fue el Modernismo la tendencia o el espíritu de época que modeló su mirada crítica. Detrás de esto hay una certeza: el ensayista es universal, pues en su diálogo le habla a los lectores de todos los tiempos acerca de temas en su mayoría intemporales.
A finales del siglo XIX y comienzos del XX se produjo una configuración del discurso literario caracterizada por el rechazo a la visiónde mundo burguesa y por el consecuente repliegue del escritor en su “Torre de marfil”, metáfora sustentada en la concepción europea del “Arte por el Arte” contra el arte al servicio de la sociedad y la política. El auge del capitalismo y el fortalecimiento de aquella burguesía hicieron que en un principio el escritor modernista personalizara el arte “al extremo”, como dice Saúl Yurkievich:“Libertino y libertario, aristocrático y acrático, el artista o el escritor, recluido en su interior, realzando su singularidad, recalcando lo excepcional, se convierte en individuo absoluto” (Yurkievich, 1996: 18). Esta individualidad genera excentricidades y extravagancias cercanas al dandismo y a la bohemia, actitudes exigidas por la condición de outsider que en gran medida fue la toma de posición delescritor modernista frente al campo del poder.
Pero en un contexto donde ser moderno significaba Europa y Estados Unidos, industrialización, tecnología y masificación en ciudades de gran movilidad social, el optimismo tecnológico y la fe en la utopía del progreso no se hicieron esperar. La mirada pasó del regionalismo al universalismo, en un momento en el que los pueblos latinoamericanosapenas iniciaban su consolidación como naciones. De ahí que Ángel Rama resalte que América Latina tuvo dos nacimientos en el siglo XIX: el del primer tercio (1800-1830), cuando arrancan y culminan los procesos de independencia, y el del último tercio (1870-1900), cuando “los ciudadanos de los nuevos países comenzaron a vislumbrar el fin de sus vicisitudes y a percibir lo que llamaron el orden y el...
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