Tatto
La razón y la experiencia tienen, cada una en particular, su carácter propio; distintas son sus aspiraciones, diversa categoría alcanzan, pero cuando caminan de acuerdo y en perfecta paz, sonarmónicas y complementarias, y sus resultados seguros, y magníficos los triunfos que consiguen sobre los grandes misterios de la naturaleza.
Es la razón la facultad sublime del hombre: pensar es elrasgo divino de este pobre ser, bajo otros puntos de vista tan imperfecto y tan mezquino: una idea, vaga, oscura, falsa si se quiere, en el cerebro de un necio, es más, y vale mil veces más, que elespacio infinito plagado de infinitos soles derramando torrentes de luz y de [ pág. ]calor, que todas las masas planetarias con sus vertiginosas velocidades y sus inconmensurables fuerzas; en cuantolas masas y los soles no pueden pensar, y en cuanto es fatal é ininteligente la fuerza física que los impele.
Mas aqui se nos presenta un dificilísimo problema filosófico: ¿basta pensar para conocerlos fenómenos materiales?
¿Puede el hombre, prescindiendo de la experiencia, cerrando los ojos al mundo exterior, reconcentrándose en sí mismo, penetrando con esfuerzo supremo en las profundidadesde su pensamiento, hallar en ellas el cómo y el por qué de las cosas exteriores?
¿Es dado al filósofo, no más que filosofando, descubrir el plan y los misteriosos resortes del universo?
¿Hastatal punto habrá acuerdo, y armonía, y unidad perfecta entre el mundo físico y el mundo intelectual, que en el pensamiento se dibujen como en divina plancha fotográfica todos los fenómenos y todas lasleyes naturales, y que baste mirar al interior de esa maravillosa cámara oscura, que se llama cráneo, para ver la reproducción exacta de la naturaleza?
Hay quien contesta afirmativamente, y, en...
Regístrate para leer el documento completo.