te amo
Existe entre los matemáticos profesionales, la costumbre de insistir en que la
(por emplearun término de Davis y Hersh. 1982)
constituye una fuente inagotable de satisfacciones relacionadas con impresiones de
coherencia, rigor, elegancia formal, e incluso belleza que no se obtienen en el mismo
grado con otras clases de conocimientos. Probablemente fue este tipo de vivencias el
que llevó a los filósofos pitagóricos a dar un carácter divino a esa experiencia,
entendiéndola como unavisión directa de ciertas estructuras, objetos y relaciones que
serían, al mismo tiempo, fundamento y negación del mundo aparente (Gorman,1983).
Para ellos, los conocimientos matemáticos no debían ser comunicados a los no
iniciados en los complejos rituales de la secta, de forma que a los niveles más elevados
y, por así decirlo de la experiencia matemática sólo podía acceder un grupo
selectode y no los simples ni, menos aún, las
personas ajenas a la sociedad pitagórica.
Esta anécdota real de la historia de las matemáticas tiene algún sentido en un
capítulo sobre los problemas y dificultades que encuentran los niños para aprenderlas,
porque nos sugiere la melancólica reflexión de que, desde su misma constitución
como saber deductivo, la matemática se revistió de un ciertocarácter elitista y
selectivo que, desafortunadamente, aún no ha perdido del todo. Como dicen también
Davis y Hersh (1986)---y todos sabemos-- las matemáticas constituyen actualmente el
básico de todos los sistemas educativos. Son muy pocos los que, en
el período de escolaridad obligatoria, llegan al dominio de formas de pensamiento
matemático que permitan ni siquiera intuir vagamente lassatisfacciones que puede
proporcionar la experiencia matemática. Muchos---la mayoría----se quedan, por
decirlo metafóricamente, en el nivel de y son demasiados los que ni
siquiera entran en la secta. Para estos últimos, la experiencia de las matemáticas
escolares no es fuente de satisfacciones, sino de frustraciones y sentimientos
autodepreciativos. Muchas personas desarrollan en su vida escolar,actitudes negativas
hacia las matemáticas y ven condicionadas sus elecciones escolares y profesionales
por sus dificultades para dominarlas (Cockcroft, 1985).
2.- Niveles de rendimiento y actitudes hacia las matemáticas
Para ilustrar de forma objetiva esas diferencias entre los matemáticos, los
acusmáticos y los que quedan fuera de la secta al final de la escolaridad obligatoria,
pueden...
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