teatro de los malditos nada es lo que parece
Teatro
de los malditos:
Nada es lo que parece
Parte I
1
Todo lo que vemos o parecemos es solamente un sueño dentro de un sueño
Edgar Allan Poe
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Índice:
Capítulo 1, érase una vez…………………..………………..….…página 5
Capítulo 2, el león y el lobo………………………………………página 25
Capítulo 3, la trampa……………………………..….…..……......página 47
Capítulo 4, dudas …….………….……………..…………….….…página 63Capítulo 5, el chico que odiaba a las mujeres………...….…página 77
Capítulo 6, roces inevitables……………………….….…............página 92
Capítulo 7, secretos………………….…………….…….................página 104
Capítulo 8, error fatal…………....................................………...página 121
Capítulo 9, un rebelde sin rumbo……………………................página 129
Capítulo 10, y entonces apareció él…………………….…….…página 145Capítulo 11, sorpresas desagradables……….……………..….página 157
Capítulo 12, ¡luces, cámara y acción!………………………......página 167
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Capítulo 13, más problemas…...…………….……………..……...página 184
Capítulo 14, el hombre pájaro…………………………….……....página 201
Capítulo 15, punto y aparte…………………………................….página 220
Capítulo 16, la emboscada………………………….……………...página 232
Capítulo 17, sueño orealidad…………………….……….…....…página 250
Epílogo…………………………………..……………………………….página 262
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1
Érase una vez
La nieve caía blanca, ligera y suave. Conforme descendía en picado a ras de
las nubes, el ambiente fue tornándose cada vez más frío. Los copos
aterrizaban en la superficie junto con un débil impacto y poco a poco
acabaron cubriendo el asfalto de una ciudad durmiente, Minota. Nadie salía
a la calle, ni tansiquiera se asomaban a las ventanas. Hacía años que no
nevaba de esa manera tan desmesurada. En esos momentos, únicamente me
hacía compañía el reflejo de mi propia sombra, dibujada en el tabique gris
del orfanato en el que me internaron con apenas unos pocos meses (nunca
supe sobre mis verdaderos padres), House Milk. Quizá aquella nevada fuese
la señal que predijese el fin de mi estancia enaquella horrible institución y
finalmente una mamá y un papá me llevarían consigo al que sería por
siempre mi hogar, lo deseaba con todas mis fuerzas.
El viento procedente del este trajo consigo un pesado aroma a tierra
mojada y despeinó de por sí mi ya encrespada cabellera. La hermana
Casandra comenzó a llamarnos uno por uno a todos los niños y niñas que
nos encontrábamos jugando en el patio,apurándonos a entrar antes de que
enfermásemos de una pulmonía. Con la suerte de mi lado, me escondí tras el
pequeño santuario donde las hermanas oraban puntualmente nada más
presentarse los primeros indicios del alba, aguardando la oportunidad de
poder escalar el muro que rodeaba enteramente el orfanato. Solo así podría
salir afuera a jugar. A jugar con total libertad. Los niños y niñas fueron
entrando enfila india al interior del edificio entre risas y gritos de euforia y
al entrar el último de ellos, la hermana Casandra echó un rápido vistazo al
patio antes de cerrar la puerta. La señal perfecta. Sin más preámbulos, eché
a correr hasta un punto en concreto en el que el muro tenía una pequeña
abertura oculta tras unos cuantos arbustos, logrando deslizar mi cuerpo en
éste sin demasiadascomplicaciones.
Una vez en el exterior, continué la carrera en dirección a un parque
infantil que se hallaba a unos pocos metros del orfanato. Rara vez las
hermanas nos dejaban jugar allí, solo si se presentaban fechas especiales
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como bien era la Navidad o el cumpleaños de algún niño o niña. Parecía un
sueño hecho realidad. El parque entero era todo para mí y no tendría por
qué hacer ninguna cola ymucho menos huir ante un grupo de niños
abusones. Me tiré por el tobogán, una e incluso diez veces. Me columpié,
imaginando que montaba un avión y sobrevolaba los altos escarpes de las
montañas e incluso hice un enorme muñeco de nieve al que llamé Sonrisitas.
Y entonces… ocurrió.
De pronto la temperatura descendió bruscamente de los cero grados,
dándome la sensación de estar en el polo norte...
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