Tecnicas Esperimentales
Traía el uno montera verde de cazador, el otro un sombrero sin toquilla, bajo de copa y ancho de falda. A la espalda, y ceñida por los pechos, traía el uno una camisade color de camuza, encerrada y recogida toda en una manga; el otro venía escueto y sin alforjas, puesto que en el seno se le parecía un gran bulto que, a lo que después pareció, era un cuello de los que llaman valones, almidonado con grasa, y tan deshilado de roto que todo parecía hilachas. Venían en él envueltos, y guardados, unos naipes de figura ovada, porque de ejercitarlos se les habíangastado las puntas, y porque durasen más se las cercenaron, y los dejaron de aquel talle. Estaban los dos quemados del sol; las uñas caireladas y las manos no muy limpias. El uno tenía una media espada; el otro un cuchillo de cachas amarillas, que los suelen llamar vaqueros.
Saliéronse los dos a sestear en un portal, o cobertizo, que delante de la venta se hace; y sentándose frontero el uno delotro; el que parecía de más edad dijo al más pequeño:
–¿De qué tierra es v. m., señor gentilhombre, y para adónde bueno camina?
–Mi tierra, señor caballero –respondió el preguntado–, no la sé, ni para dónde camino tampoco.
–Pues, en verdad –dijo el mayor–, que no parece v. m. del cielo; y que éste no es lugar para hacer su asiento en él, que por fuerza se ha de pasar adelante.
–Así es –respondióel mediano–, pero yo he dicho verdad en lo que he dicho; porque mi tierra no es mía, pues no tengo en ella más de un padre que no me tiene por hijo, y una madrastra que me trata como alnado. El camino que llevo es a la ventura, y allí le daría fin donde hallase quien me diese lo necesario para pasar esta miserable vida.
–¿Y sabe vuesa merced algún oficio? –preguntó el grande.
Y el menorrespondió:
–No sé otro, sino que corro como una liebre y salto como un gamo, y corto de tijera muy delicadamente.
–Todo eso es muy bueno, útil y provechoso –dijo el grande–, porque habrá sacristán que le dé a v. m. la ofrenda de todos Santos, porque para el Jueves Santo le corte florones de papel para el monumento.
–No es mi corte desa manera –respondió el menor–, sino que mi padre, por la misericoridadel cielo, es sastre y calcetero, y me enseñó a cortar antiparas, que como v. m. bien sabe, son medias calzas con avampiés, que por su propio nombre se suelen llamar polainas; y córtolas tan bien que en verdad que me podría examinar de maestro, sino que la corta suerte me tiene arrinconado.
–Todo eso, y más, acontece por los buenos –respondió el grande–, y siempre he oído decir que las buenashabilidades son las más perdidas; pero aún edad tiene v. m. para enmendar su ventura. Mas, si yo no me engaño y el ojo no me miente, otras gracias tiene v. m. secretas, y no las quiere manifestar.
–Sí, tengo –respondió el pequeño–, pero no son para en público, como v. m. ha muy bien apuntado.
A lo cual replicó el grande:
–Pues yo le sé decir, que soy uno de los más secretos mozos que en gran partese puedan hallar; y para obligar a v. m. que descubra su pecho, y descanse conmigo, le quiero obligar con descubrirle el mío primero, porque imagino que no sin misterio nos ha juntado aquí la suerte; y pienso que habemos de ser, déste hasta el último día de nuestra vida, verdaderos amigos. Yo, señor hidalgo, soy natural de la Fuenfrida, lugar conocido y famoso, por los ilustres pasajeros que...
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