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LUNA por Enrique Anderson Imbert
Jacob, el niño tonto, solía subirse a la azotea y espiar la vida de los vecinos.
Esa noche de verano el farmacéutico y su señora estaban en el patio, bebiendo un refresco y comiendo una torta, cuando oyeron que el niño andaba por la azotea.
-¡Chist! -cuchicheó el farmacéutico a su mujer-. Ahí está otra vez el tonto. No mires. Debe estar espiándonos.Le voy a dar una lección. Sígueme la conversación, como si nada...
Entonces, alzando la voz, dijo:
-Esta torta está sabrosísima. Tendrás que guardarla cuando entremos, no sea que alguien se la robe.
-¡Cómo se la van a robar! La puerta de la calle está cerrada con llave. Las ventanas, con persianas apestilladas.
-Y... alguien podría bajar desde la azotea.
-Imposible. No hay escaleras; lasparedes del patio son lisas...
-Bueno, te diré un secreto: En noches como esta bastaría que una persona dijera tres veces "tarasá" para que, arrojándose de cabeza, se deslizase por la luz y llegase sano y salvo aquí, agarrase la torta y escalando los rayos de la lunase se fuese tan contento. Pero vámonos, que ya es tarde y hay que dormir.
Se entraron dejando la torta sobre la mesa y se asomaron poruna persiana del dormitorio para ver qué hacía el tonto. Lo que vieron fue que el tonto, después de repetir tres veces "tarasá", se arrojó de cabeza al patio, se deslizó como un suave tobogán de oro, agarró la torta, y con la alegría de un salmón remontó aire arriba y desapareció entre las chimeneas de la azotea.
LA CAMISA DEL HOMBRE FELIZ por María Teresa Andruetto
La historia quevoy a contarles sucedió hace muchísimos años en el corazón de Siam.
Siam es la tierra donde viven los tai.
Una tierra de arrozales atravesada por las aguas barrosas del Menam.
Hace muchísimos años, el Rey de los tai se llamaba Ananda.
Ananda tenía una hija. La princesa Nan.
Y Nan estaba enferma. Languidecía.
Ananda, que era un rey poderoso y amaba a su hija, consultó a los sabios del reino.Y los sabios más sabios del reino dijeron que la princesa Languidecía de aburrimiento.
-¿Qué la puede curar? -preguntó el Rey con la voz en un temblor.
- Par sanar -contestaron los sabios-, deberá ponerse la camisa de un hombre feliz.
- ¡Qué remedio tan sencillo! -suspiró aliviado el Rey.
Yordenó a su asistente que fuera a buscar al primer hombre feliz que encontrara, para pedirle la camisa.El asistente salió a buscar.
Recorrió uno a uno los enormes salones del palacio.
Habitaciones tapizadas de esteras.
Adornadas con paños de seda colorida.
Aromosas a sándalo.
Y regresó sorprendido adonde estaba el Rey.
-Señor mío - le dijo-, he recorrido los salones de todo el palacio y no he encontrado hombre alguno que fuera feliz.
El rey, más sorprendido aún, mandó a llamas a todos susservidores y les ordenó que recorrieran el reino de parte a parte.
De Norte a Sur.
De Este a Oeste.
Hasta encontrar a un hombre que fuera feliz y pedirle la camisa.
Los servidores recorrieron reino de parte a parte.
Buscaron entre los tai más honorables.
Pero no había entreo los tai más honorables, hombres felices.
Buscaron entre los escribas, cultos y sensibles.
Pero no había entre losescribas, hombres felices.
Entonces buscaron entre los trabajadores de seda.
Entre los trenzadores de bambú.
Entre los sembradoes de adormideras.
Entre los fabricantes de barcazas.
Entre los pescdores de ostras.
Entre los campesinos sencillos.
Pero entre todos ellos no había un solo hombre que fuera feliz.
Hasta que llegaron al último pántano del reino y le preguntaron al mas pobre de losarroceros:
-En nombre del Renoty Nuestro Señor, dínos si en verdad eres feliz.
El más pobre de los arroceros contestó que sí, y los servidores de Ananda le pidieron la camisa.
Pero él no tenía camisa.
LA ESCUELA DE HECHICERÍA (leyenda islandesa)
Había una vez, en algún lugar del mundo (nadie sabe dónde), una escuela que se llamaba la Escuela Negra. Allí los alumnos aprendían...
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