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Ese día aprendí, gracias a los jóvenes, que la juventud no es un periodo de la vida sino un estadodel espíritu humano. Se es joven mientras se tenga vigor, empeño, amistad, audacia, creatividad, esperanza, ilusión, tenga la edad que se tenga. En consecuencia, es propio decir que existen jóvenes quepierden su juventud y ancianos que conservan la lozanía de los años mozos. Es real y apropiado hablar en este sentido de ‘juventud acumulada’.
Quienes conocieron a Manuel Olivé saben que vino alPerú a los 75 años de edad a empezar una nueva misión. Creó una revista, construyó una escuela, trabajó incansablemente en muchas ciudades del Perú para que los jóvenes descubrieran su vocación y entodo su actuar demostró su juventud pues era vigoroso, creativo, empeñoso, audaz, amable, ingenioso, práctico, crítico, analítico, honesto, vital, sincero.
Entendí entonces que la vitalidad de lajuventud les impele a ser laboriosos, a amar la acción, la actividad. Que la laboriosidad es propia de los jóvenes porque son tenaces, por eso no vacilan en dejarlo todo para cumplir con su labor...
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