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Baradero es mi lugar. El único sitio del mundo en el que soy completo. Lo conozco. Lo sé. Aunque haga, ya, más de treinta años que salí de allí abuscarme la vida, lo sé de memoria.
Sé, por ejemplo, que el sol nace justo encima de la alcoholera y que va a ponerse, al cabo del día, detrás del río Arrecifes, que el viento del norte trae el olor amaíz que sale de las chimeneas de la fábrica, que el del este, sobre todo en verano, viene muchas veces cargado de cenizas de la isla y que si el cielo se oscurece feo en el oeste, es muy probableque llueva a cántaros en menos de un par de horas. Sé en qué exacto momento del año los jacarandás de la plaza se visten de azul o las tipas de la bajada de amarillo. Sé lo que está haciendo mi madre,en el jardín, siempre. Y sé también, si me lo propongo, cómo llegar a cualquiera de sus rincones, desde donde esté, con os ojos completamente cerrados.
Conozco lo que está, porque vuelvo cada vez quepuedo. Y conozco lo que no está: lo que estuvo alguna vez y el tiempo se llevó: la sodería de los Salaberry, el campito de enfrente donde jugábamos al fútbol, El galpón con los camiones de losMindurry, la vieja municipalidad, las colmenas de Osvaldo apiladas detrás de la casa de su tía, la antigua biblioteca, la escuela Bolaños, los arcos de la cancha de Sportivo, el hotel de las Naciones. Y, porconocer lo que ya no está, por los cuentos que me hacían mis abuelos, a la tardecita, sentados los tres sobre un banco de madera a la puerta de su casa, conozco también lo que nunca alcancé a ver:los tiros en la plaza entre conservadores y radicales, la cerveza de los colonos suizos, el avión que nunca pudo volar Genoud.
Pero todo lo que acabo de escribir no significa casi nada.
Baradero es milugar por otras cuestiones.
Porque alcanzo a descubrir quién es un chico cualquiera al que cruzo por la calle en bicicleta, sólo porque en su cara puedo recordar la cara o los gestos de alguno de...
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