Tecnología y Memoria

Tecnología, memoria y realidad
Álvaro Luquín

La memoria será único resquicio a un presente que parece opacarse a cada paso dentro del maremágnum tecnológico que abruma la existencia.
Ya no máscorrespondencia cruzada, ese género literario expiró con un fino zarpazo del tigre e mail.
Aún recuerdo esa muy grata sensación al leer las Cartas a Tomás Segovia o la también interesantísimacorrespondencia entre Walter Benjamin y Gershom Scholem, en esta última se encontraba la piedra angular de la crítica al totalitarismo y antisemitismo.
Es evidente que la tecnología ignoró aquellarecomendación que el filósofo Martin Heidegger, en su último encuentro con Hannah Harendt, le musitó al oído: “No hagas más difícil lo que de por sí ya lo es”.
Y, efectivamente, la tecnología nos hadesterrado a una lejanía que por más cercana que esté, no deja de estar lejos.
Nos ha des-individualizado para re-virtualizarnos en los aparatos: igualándonos
a los demás individuos. Parecería que yapodemos cumplir aquél mandato de Dios: Amarás a tu prójimo como a ti mismo… Ahora el prójimo somos nosotros mismos.
La poesía es vista por muchas personas como algo fosilizado, algo que debe estar perono leerse, algo que debe ser escrito para satisfacer las necesidades emocionales e intelectuales del poeta, pero no más.
Esa situación a-cultural, no solamente en la poesía sino en todas las artes, serefleja en la falta de crítica de los diversos instrumentos tecnológicos, sentimos como si siempre hubieran estado ahí, esperándonos, para cumplir una función especifica. Algo totalmente equivocado,ahora somos nosotros lo que operamos alimentados por su necesidad; no deseamos solamente poseer los objetos, los aparatos; queremos ir más allá de ellos, conocer todas sus funciones, aquello que esimposible explicar; sentir que los controlamos cuando desgraciadamente
es el hombre quien queda como rehén de sus circuitos.
Como en El Castillo de Kafka, un error en alguna base de datos puede...