Tejas Verdes Y La Memoria Del Cuerpo

Por: Catalina García Hermosilla



Tejas Verdes y la memoria del cuerpo: una línea de escritura.


Pensar en Tejas Verdes (1996) es pensar en la historia de un hombre, en la configuración de un “yo” individuo en medio de un contexto hostil que lo reconfigura. Pensar en Tejas Verdes es, también, pensar en la construcción de una memoria herida que se redacta en base al recuerdo de unsufrimiento constante y una tortura inminente: “la memoria no sería nunca algo totalmente “propio” pues suele comportarse de un modo que resulta extraño a una supuesta soberanía por parte del sujeto o de la conciencia” (Sergio Rojas en Richard 2006, p. 178). De este modo, recordar se vuelve un ejercicio inevitable, como una especie de necesidad por parte de ese sujeto tocado por alguna experienciaimportante. En Tejas Verdes, por tanto, tenemos el testimonio vivo de Hernán Valdés, un intelectual, escritor, que por razones que hasta el mismo desconoce, es apresado una tarde del 12 de febrero de 1974 por las fuerzas militares. Desde un principio, este relato va a estar atravesado por una línea de escritura que se enmarca en relación a una corporalidad traspasada por una fuerza externa que loarremete, que lo indulta, y que busca en él respuestas insistentes que lo llevan al temor. “Me palpan el cuerpo, pese a que no llevo sino un blue jean muy estrecho y una blusa” (p. 21), relata Valdés en el momento en que su casa es allanada, describiendo, ya desde este leve e inofensivo contacto físico, un primer acercamiento hostil hacia su persona por parte de los militares.
A medida que vaavanzando el texto, el autor nos irá mostrando cómo poco a poco su cuerpo va siendo transgredido; cómo algunos de sus sentidos van siendo anulados, mientras que otros se intensifican para reemplazar a aquellos de los que carece. De esta forma, los militares le impiden, en primera instancia, la vista, llevando a Valdés a una ceguera que lo hunde en una desorientación constante (que era lo que queríanlos represores) bajo esa tela adhesiva que le han impregnado sobre sus ojos. En toda esta primera etapa de la detención, entonces, la narración girará en torno a los ruidos, los olores y las sensaciones táctiles que siente el protagonista. Sus posibilidades descriptivas se limitan a esos campos: “El ruido anuncia una puerta de fierro con cerrojos. Un calabozo, sin duda. Olor a fuertes orines, ametales antiguamente compenetrados de orines, ruido ensordecedor de un chorro de agua intermitente, quizás en el urinario” (p. 26). Luego de esta reflexión viene una pregunta de su parte, a la cual los militares responden con un fuerte golpe que le propinan sobre su cabeza con un palo, lo cual se transforma en el primer signo de agresividad explícita. Así, sus capacidades de pensamiento comienzanpoco a poco a fragmentarse, la imaginación se bloquea, todo se llena de miedo, de incomprensión, de preguntas sin respuestas, pero lo único que queda son las sensaciones del cuerpo que se hacen cada vez más vulnerable y evidentes. Es interesante pensar aquí como Valdés comienza a hacerse cada vez más conciente de su cuerpo, de la existencia de esa carne que lo conecta con el exterior y que lovuelve su punto débil, su receptor de dolor. En la cotidianidad de la vida en general, las personas no suelen reparar en el hecho de que somos pura sensibilidad; estamos todo el día oyendo, oliendo, observando, etc. y, como procesos automáticos que son, no identificamos cada una de sus funciones a cada momento. En situaciones de violencia, sin embargo, en donde es el cuerpo el mayor sitio deinfracción, es inevitable ese constante “sentir” que bien puede minimizarse por la adrenalina, pero que suele intensificarse por la afección de un dolor constante, reiterativo.
Consecutivamente, el testimonio de Hernán Valdés se va intensificando cada vez más en la media en que avanza el texto. En este punto, antes de ser llevado al campo de detención, se genera un espacio de introspección del...