Tema
Yolanda Reyes.
Cuando mi padre me leía, yo me recostaba sobre él y me volvía parte desu pecho o de sus brazos. Y yo creo que los niños que son abrazados y sentados en las piernas –deliciosamente acariciados- siempre asociarán la lecturacon los cuerpos de sus padres, con el olor de sus padres. Y eso siempre te hará lector. Porque ese perfume, esa conexión sensorial dura para toda lavida.
Al fin y al cabo, somos animales. Si observamos a los cachorros, veremos que necesitan ser lamidos para sobrevivir. Pues bien, nosotrostambién necesitamos “ser lamidos” para sobrevivir. Y la lectura se convierte, de alguna manera, en “un lamido”. Cuando no sólo oyes un cuento entrañable, sinoque además estás apretado por la persona más importante para ti en el mundo, la conexión que se establece no puede disolverse. Por ejemplo, ahora estoyleyendo a Shakespeare de corrido, y cuando me alarmo y me asusto, y me detengo y vuelvo a comenzar hay una especie de conexión visceral con mi padre,como lector, que me hace continuar.
Si hay algún consejo que yo pueda dar, es ése: si estás buscado una manera de acercarte a tus hijos, nohay nada mejor que sentarlos en las piernas y leer. Cuando los pones frente a un computador o a un televisor, los estás abandonando. Los estás abandonandoporque están sentados en un sofá o en el piso y probablemente están abrazando a un perro. Pero no te están abrazando a ti.
Maurice Sendak
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