Temas variados
Manuel heredó de sus padres una pequeña parcela de terreno, de apenas un par de celemines8, con un pajero9, que hoy le sirve de cuarto de aperos y pequeña bodega, al quede vez en cuando me invita a probar sus buenos vinos con sabor a tea. Estábamos charlando, como casi siempre, de las cosas de la naturaleza, cuando nos sorprendió el aletear de un gran número depájaros. No daba crédito a lo que veía: una bandada de pájaros de distintas especies perseguían amenazadoramente a una coruja, que pudo escabullirse entre los frondes de grandes helechos que cubrían un riscopróximo.
Sonriendo, Manuel me comentó que él creía saber la razón de tales hechos, y sin que yo se lo pidiera, pero conocedor de mi curiosidad por sus relatos, a veces no exentos de fantasía,comenzó a contarme lo que sigue:
«Hace algún tiempo, esas aves perseguidoras se reunieron con las rapaces de esta zona con el fin de establecer algunas normas que pudieran garantizar la supervivencia detodas las especies. Por los acuerdos alcanzados, se le asignó a cada rapaz los lugares de caza, se fijó la frecuencia de captura y se puso la condición de que las aves que se podían cazar sólo fueranenfermas o debiluchas, y que completaran su alimentación con roedores».
Aquí, en mi terreno –prosiguió Manuel–, a esa coruja que acabas de ver le corresponde cazar un pájaro cada 7 días y un roedor cada5. Suele ser bastante cumplidora con los acuerdos establecidos, pero de vez en cuando, el mismo día caza un pájaro y un roedor, lo cual enfurece a los demás pájaros, y ese es el motivo del enfado ydel acoso a la coruja que acabamos de ver. Sin embargo, dada esa sabiduría que siempre se le ha atribuido a las corujas, yo creo que tiene razón, que ella no hace otra cosa que cumplir los acuerdos y,ciertos días, tiene derecho a comerse un pájaro y un roedor. De seguir así las cosas, no le va a quedar otro remedio que acudir ante el Defensor Alado».
De vuelta a mi casa estuve cavilando sobre...
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